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@Popcorn506 para El Observador
Casi callando, como suelen hacer algunas de las películas más gratas en cartelera cada año, Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings ha aparecido en esta época -en la que algunas producciones nuevamente han sido retrasadas- como una agradabilísima producción del Marvel Cinematic Universe.
El estudio continua el desarrollo de su FASE 4 y que se mantiene en la línea cronológica que ya todos conocemos o al menos los fans de este universo.
Probablemente, Shang-Chi no es ni el héroe ni el cómic más conocido de este universo. Aunque también es cierto que, por sus características en el papel, tiene una legión de seguidores fieles que acechan al nicho de las artes marciales dentro y fuera de este medio.
Pero esto no importa demasiado. Shang-Chi tampoco es la adaptación más fiel de un cómic que se ha hecho e, incluso así, funciona a las mil maravillas.
Con esto, lo que queremos decir es que esta película va a ser de gran entretenimiento. Y esto tanto para los conocedores de la obra original como para los neófitos, que se atreven con cualquier cosa que prometa grandes dosis de acción y calidad audio visual.
El origen
El origen de este personaje y sus historias, como héroe mitad americano y mitad asiático, hay que buscarlos en la década de los 70 del siglo pasado. Y sobre todo a raíz del éxito de aquella maravillosa serie titulada Kung-Fu y protagonizada por David Carradine.
No hay que esperarse, en realidad, mayor semejanza que esos orígenes geográficos del héroe y su capacidad para pelear y defenderse con solvencia.
Caine trataba de hacerlo todo con paz y calma. Shang-Chi, en cambio, es un protagonista mucho más actual, que expresa todo su poder con la mayor espectacularidad posible.
Esto de la espectacularidad es, en realidad, obra de Destin Cretton, el que manda detrás de las cámaras y consigue ejecutar aquí un trabajo bien consistente del estilo que más se lleva ahora mismo.
Un buen equilibrio
Un trabajo en el que hay un equilibrio muy bien mesurado entre acción y comedia. Principalmente, lo primero, pero para ir desahogando las tensiones poco a poco, también goteando lo segundo.
Es cierto que ni él es un director acostumbrado a este género ni en este universo, ni muchos de los actores suponen un gran gancho para el público general.
Pero, en lo que a nosotros concierne, vemos en lo primero una solvencia muy profesional, tanto en lo que se refiere a la ejecución del guion como a la puesta en escena y ritmo de las distintas secuencias y partes de la película.
En lo referente al reparto, los protagonistas son Simu Liu y Awkafina, aunque los actores más reconocidos a priori son Tony Leung y Michelle Yeoh.
Esto pueden parecer anotaciones sin importancia, pero la tiene, porque tanto Liu como Awkafina aportan unas notas frescas y muy interesantes, pero los actores con más background imprimen esas notas de consistencia y credibilidad que ayudan a que la producción funcione en la gran pantalla.
Solvencia suprema en la parte técnica
La parte técnica, como no podía ser de otro modo para una producción de este género y factoría, también muestra una solvencia suprema.
Tal vez, para los cinéfilos más puristas en lo que se refiere a las artes marciales tradicionales y a las escenas de acción típicas de kung-fu, todo esto puede llegar a resultar un poco artificial. Y es que el estilo de los últimos años tal vez haya evolucionado demasiado rápido con respecto a los gustos de los espectadores más veteranos.
De todas maneras, lo mejor es acudir a esta película sin ningún prejuicio ni expectativa.
De algún modo, para la mayor parte de los espectadores se está convirtiendo en un disfrute supremo y las críticas de muchos medios están siendo muy favorables.
Es probable que estemos atendiendo al nacimiento, o redescubrimiento, de un héroe que va a darnos muchos más momentos de alegría y acción. Porque, de lo que estamos seguros es de que esto no va a ser lo único ni lo último que veamos de Simu Liu como Shang-Chi.
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