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Si entiendes a tu hijo, entonces… eres un héroe

Manuel Guisande para El Observador O me estoy quedando sordo o mis hijas hablan muy deprisa… o a ver si…

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Si entiendes a tu hijo, entonces… eres un héroe
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Manuel Guisande

Manuel Guisande para El Observador

O me estoy quedando sordo o mis hijas hablan muy deprisa… o a ver si va a ser que me estoy quedando tonto, que no me extrañaría, que casi treinta años de periodismo pueden afectar al cerebro, pero mucho.

Yo lo que sé es que a mis hijas no las entiendo, no las comprendo, y aunque se llaman Alejandra (15 años) y Victoria (11), para mí son “¿Qué?”.

Sí, se llaman “¿Qué?”, porque me paso todo el día diciendo “¿qué, qué , qué?” y como respuesta suelo recibir un “bo…“ o un “uummmm… “, que no significa nada pero que lo dice todo.

De verdad te juro que muchas veces, cuando hablan, yo digo sí, pero digo sí ya por inercia, de forma inconsciente, espontánea, sin saber realmente por qué lo digo y, claro, después me llevo la sorpresa de… : “¡¡¡Papá, dijiste que sí, dijiste que sí!!!” y yo, interiormente, me desespero porque no sé ni cuándo ni dónde dije sí.

Yo a estos niños de ahora no los entiendo, y además piensan de tal forma que creen que los padres lo sabemos todo, como si fuéramos Google pero con pies: “¿Te acuerdas de Lorena?”, pregunta Victoria, así de repente, y yo digo «sí» medio acongojado, con la mirada extraviada, con el pulso acelerado.

El “método metro”

Y como son muy listos y se las saben todas, te cuestionan: «¿Y quién es?», y en esos instantes te entra un frío en el cuerpo… que si fuera el de la Policía… pues ná, pero como es el mío…

Yo he descubierto, después de oír entre 7.000 y 854.000 veces “papá, es que no me haces caso, es que no te enteras, es que…”, que la respuesta a este tipo de preguntas te la puedes jugar al 50% diciendo: “sí, Lorena, esa niña que es rubia”, porque es rubia o morena, no hay otra (bueno, está la pelirroja, pero esa no cuenta).

Pero si quieres tener más posibilidades, te lanzas a la “solución metro” diciendo, pero con confianza, eso siempre, con confianza, pase lo que pase: “¡ah!, esa que es como tú de alta” y si es… alivio, y si no…. siempre puedes negociar lo de la altura.

Yo a mis hijas, como tú a las tuyas, las quiero, las adoro; sin ellas no podría vivir pero con ellas… ¡¡¡tampocoooo!!!, me ponen en cada aprieto…

Yo he llegado a un punto que ya no me atrevo a preguntar nada, ni si esa serie de la tele es tal o cual, si esa canción es de este o aquel grupo o si… todo me parece tan igual, excepto el “bo…” o el “uuummmm..”, que me dicen ellas, que no significa nada pero que lo dice todo, bo…

 

Manuel Guisande