Blogs

Road House: la principal virtud, hablando de remakes, es que ha sabido alejarse de la primera

Más allá de alabar los méritos que tiene Road House, queremos ser sinceros. No estamos ante una película que vaya a marcar una época.

Por Blog

Tiempo de Lectura: 4 minutos
Road House: la principal virtud, hablando de remakes, es que ha sabido alejarse de la primera
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Popcorn506 para El Observador

En las últimas semanas, se ha hablado y se sigue hablando bastante de uno de los nuevos estrenos en plataformas: Road House. A los más veteranos, o a los más aficionados al cine ochentero, les resultará un título familiar.

Y es que, protagonizada por Patrick Swayze, la Road House de 1989 es una cinta que permanece en el corazón de muchos, no solo por su carismático protagonista, sino por lo peculiar de su historia y sus personajes.

Ahora, tenemos la oportunidad de refrescar la memoria y la historia con una nueva propuesta que ha sorprendido a propios y extraños.

 

Un remake con muchos puntos a favor

El recurso de retomar viejas historias o películas y actualizarlas es algo que, a veces, sale bien, pero muchas otras no. Las razones pueden apuntar a la versión original, que sea de tanta calidad o haya envejecido tan bien que provoca la nula necesidad de hacer una nueva adaptación.

Pero claro está que las culpas principales no pueden sino recaer en la nueva versión, que muchas veces carece de la entidad suficiente como para escapar de las comparaciones.

Esto, aquí, no puede pasar. Porque, la principal virtud, hablando de remakes, es que esta nueva Road House ha sabido alejarse de la primera y se ha adaptado completamente a los tiempos que corren. Y bien, ¿cuáles son esos elementos virtuosos que nos gustan de esta película?

El reparto es un imán

No cabe duda de que, para atraer al público, una historia tan prototípica como ésta tiene que contar con buenos cebos. Y aquí hay dos que resultan tan buenos como complementarios.

El primero es Jake Gyllenhaal, un actor que se está convirtiendo en un todoterreno –y no lo decimos solo por su impresionante desarrollo físico–, con una filmografía tan amplia como rica.

Por mucho hate que despierte entre determinados sectores, no podemos más que reconocer su versatilidad, que lo hace apto para prácticamente cualquier tipo de género y personaje.

Aquí, nos resulta perfecto para el personaje que ejecuta, que no es otro que un tipo capaz de lo que no aparenta, tanto por sus gestos como por sus palabras.

Además, también nos resulta perfecto para hacer que cualquiera que vaya pasando por las distintas opciones que aparecen en pantalla se detenga y, al menos, eche un pequeño vistazo a la película.

El complemento ideal para él, y rival perfecto en la película, no es otro que Conor McGregor. Sí, el famoso campeón de lucha que tantas portadas de periódico y tantas noticias ha protagonizado se estrena aquí como antihéroe de acción, y lo hace en su máximo esplendor.

Con un físico espectacular y unas dotes para la pelea que nadie en el mundo se atrevería a discutir, muchos habrán puesto en duda sus capacidades interpretativas.

Pero su personaje aquí no tiene que expresar profundos sentimientos ni demostrar una formación artística excepcional. Y lo que se espera del matón al que encarna lo hace muy bien.

Tan bien que ha sorprendido a propios y extraños, porque lleva a su personaje a un punto que nos resulta creíble que no se encarna a sí mismo. Aunque, en esto, nadie lo puede asegurar de verdad…

Acción sin compasión

Pero, a lo que vamos. Más allá de alabar los méritos que tiene Road House, queremos ser sinceros. No estamos ante una película que vaya a marcar una época.

Estamos ante un producto de entretenimiento sin discusión, de los que sirven para pasar un par de horas de desconexión y disfrute. Sobre todo, es un deleite para los amantes de las peleas, algo que en Road House abunda y que, además, están muy bien rodadas. Gran parte del mérito es del propio McGregor, sin cuya aportación seguro que no habrían alcanzado este nivel.

Y, a partir de ahí, poco más o menos, los personajes pueden despertar cierto cariño o simpatía, pero resultan tremendamente planos. No es que haga falta una curva y un arco que los haga evolucionar, porque la historia en realidad no lo pide.

Aquí estamos para que nos cuenten cómo un tipo trabaja de guarda de seguridad en un local de Florida y cómo tiene que protegerlo y protegerse ante las agresiones que llegan de todo tipo de nivel: desde el pequeño acosador que se enfrenta con unas copas de más al más grande capo de la mafia local.

Como mucho, y no es poco, esta nueva Road House se puede convertir en una especie de título de interés – no de culto — debido a la presencia de McGregor y sus excelentes escenas de lucha contra Gyllenhaal.

Nosotros no descartamos recurrir a ellas cuando tengamos que desahogar alguna tensión y no dispongamos de un saco de boxeo.