Sergio Arce
La vida de Lisbeth Valverde cambió radicalmente desde el miércoles de la semana pasada cuando ganó el certamen Miss Costa Rica. Un cambio del que esta oriunda de San Ramón y vecina de Osa fue plenamente consciente hasta días después.
“Ya me cayó el cinco de que gané. Es un momento de muchas emociones por todo lo que se viene. De verdad que esta corona pesa mucho, por todas las responsabilidades. Pero sí… ya ahora sí me lo creí”, contó Lisbeth en entrevista con El Observador, la tarde del pasado martes, en las instalaciones de canal 7.
Simpática, cálida y con mucha facilidad de palabra, esta profesional en educación especial sabe que será un año atípico en su vida. No solo porque representará a Costa Rica en el Miss Universo, que tendrá lugar en noviembre entrante en El Salvador.
Si no, además, porque no quiere perder la oportunidad que le brinda la plataforma de Miss Costa Rica para levantar la voz de su proyecto social: visibilizar los derechos de las personas con discapacidad.
Lo que viene
Por lo pronto y de cara al certamen internacional -ella deberá estar el 3 de noviembre en San Salvador- , Valverde tendrá una fuerte preparación, que va más allá de aspectos cosméticos.
Ella es consciente que debe mejorar un aspecto: el tono de su voz. Mauricio Jiménez, preparador especial de Miss Costa Rica, indicó que se busca darle mayor proyección a la voz de Lisbeth.
También se le dará mayor uniformidad al rubio de su cabellera y enfatizar en algunos temas de cultura general.
Sobre las fortalezas de nuestra representante, Lisbeth hizo hincapié en tres: su rostro, su personalidad y, nuevamente, su proyecto de trabajo con impacto social.
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La exparticipante en tres concursos nacionales y siete internacionales (entre ellos el Reinado Internacional del Café y Miss Panamerican International), aprovechó para asegurar que su más reciente coronación es el resultado de horas de sacrificio y lágrimas.
Pero también de lecciones de vida y el enorme apoyo de su mamá Margoth Brenes, quien siempre le enseñó a no darse por vencida y luchar por sus sueños, sin importar las cuestas del camino.
Entre ellas las ventas de comidas, las rifas y hasta el fallido concierto que organizó para costearse un tiquete aéreo para asistir a un concurso y que, al final, ella tuvo que pedir dinero prestado para pagarle a los artistas.
