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Consenso y liderazgo, un reto para todo empresario

Carlos Peña para El Observador En las últimas semanas, con motivo de entrevistas hechas a diversos candidatos presidenciales, he escuchado…

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Consenso y liderazgo, un reto para todo empresario
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Carlos Peña para El Observador

En las últimas semanas, con motivo de entrevistas hechas a diversos candidatos presidenciales, he escuchado en múltiples ocasiones decir que el consenso es la mejor herramienta para liderar un país. Tengo mis serias dudas y reservas con ello.

La Organización Mundial del Comercio es una entidad que todo lo trabaja por consensos. Todas las resoluciones y decisiones de dicho órgano que regula el comercio internacional se deben hacer por consenso. O sea, todas las partes deben estar de acuerdo en pleno con la decisión tomada.

Lo anterior pareciera el camino a seguir con el fin de tener a todas las partes complacidas y felices de cara a la toma de una decisión, pero ciertamente vuelve a una organización impráctica, lenta y evasiva en responsabilidades.

La OMC, como lo mencionaba de ejemplo, termina siendo catalogada como una entidad internacional poco práctica y que termina perpetuando pensamientos viejos ya que nunca se ponen de acuerdo para aplicar nuevas estrategias.

En las nuevas generaciones, centenials y millenials, siempre se quejan de que desean y exigen estar dentro del proceso de toma de decisiones de las organizaciones. Pero, finalmente, ¿cuales son los problemas del consenso?

  1. Atrasa el proceso de toma de decisiones porque a todo mundo hay que tomarle parecer.
  2. Se pierde foco en lo que realmente es importante ya que todos aportan opiniones, y no siempre están dentro de las prioridades de la situación, ya que no todos cuentan con la información correcta o precisa u oportuna.
  3. Diluye la responsabilidad, ya que al tomarse la decisión en conjunto permite zafarse de las consecuencias de la decisión.
  4. Nadie es realmente responsable.

Entonces, el consenso, desde mi perspectiva, es contrario al liderazgo.

El liderazgo es saber tomar decisiones con consecuencias tangibles y que el grupo que se lidera acepte que dichas decisiones son las más acertadas. Que las consecuencias de dichas decisiones sean buenas o malas eso es posterior a la toma de la decisión misma.

Lo cierto es que un líder no puede estar tomándole la opinión a todos. En una manada, el líder es el más preparado y es el óptimo para tomar decisiones, porque de ello depende la sobrevivencia del resto del grupo. Es por ello que el líder debe de ser el mejor.

Decía Winston Churchill que el problema del ser humano, a diferencia de los animales, es que permiten que no siempre los más preparados del grupo sean los que lideren a dicho grupo, permitiéndole a personas no aptas tomar decisiones.

Es por eso que en las empresas, especialmente las micro y los emprendimientos, no pueden existir espacios democráticos de consenso para la toma de decisiones. No hay tiempo ni recursos para equivocaciones.

Tampoco en las empresas consolidadas u organizaciones gubernamentales en situaciones de emergencia o crisis porque el tiempo apremia.

El consenso está destinado solo para organizaciones con muchos recursos, especialmente de tiempo, que se encuentren con la posibilidad de equivocarse sin mayor consecuencia; mientras que organizaciones con pocos recursos y poco tiempo o en estado de crisis, deben de cerrar filas y tomar decisiones lo más pronto posible.

Si bien es muy “trendy” hablar de consenso a la hora de liderar, lo realmente útil en la práctica es tener a un líder preparado, serio y con madurez para asumir decisiones y sus consecuencias.

Busquemos gerentes o empresas lideradas por personas aptas y no que por discursos que suenen bien.

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