Mariana Mena
Las autoridades alertan sobre los riesgos en el Volcán Rincón de la Vieja ante intentos por ingresar al sector cercano al cráter.
Desde el 2011, el Comité Técnico de Vulcanología y Sismología de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) recomendó mantener la restricción.
Dado que el volcán es uno de los más activos de Costa Rica, en general su actividad es débil pero casi continua.
El experto Javier Pacheco del Observatorio Vulcanológico y Sismológico (Ovsicori) explicó que hay riesgos que los visitantes no pueden ignorar.
“A finales del 2011 el volcán retomó la actividad con pequeñas erupciones tipo freáticas, por su naturaleza, ocurren con frecuencia y no hay precursores.
“La mayoría de estas erupciones son pequeñas, pero en cualquier momento se puede producir una erupción mayor que afectaría gravemente, sino causaría la muerte de cualquier ser vivo que se encuentre cercano al cráter”, enfatizó.
Además, con las erupciones se arrojan:
- Fragmentos de roca que sobrepasan los 100 km/hora
- Agua del lago a altas temperaturas
- Gases nocivos
- Sedimentos del lago
- Ceniza
“El volcán se mantiene activo, con frecuentes episodios eruptivos, emisión de gases nocivos y siempre con la incertidumbre de la ocurrencia de una erupción mayor”, agregó Pacheco.
Actualmente, la mayoría de las erupciones son pequeñas, con columnas que no sobrepasan los 500 metros de altura y lanzan materiales que apenas sobrepasan el cráter.
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Ingresos ilegales
Según denunció el Área de Conservación Guanacaste (ACG) el domingo fue interceptado una microbús con 20 personas que pretendían ingresar ilegalmente.
“A pesar del control por los guardaparques, estas personas hicieron varios intentos para ingresar, dichosamente se logró impedir que se pusieran en riesgo”, resaltó la ACG.
También resaltan la importancia de evitar el riesgo al que se exponen los personeros y cuerpos de rescate al hacer incursiones ilegales a la zona.
Haciendo énfasis a que aprovechen y visiten la zona en los lugares que no representan un riesgo para los visitantes.
Entre 1991 y 1998, se presentaron varias fuertes erupciones acompañadas por flujo de sedimento y agua que se moviliza desde las laderas, emisiones de ceniza y eyecciones de fragmentos de roca que alcanzaron hasta 1 km de distancia.
