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Costa Rica… no todo va a ser playa

En la época seca, y especialmente en Costa Rica, con ese maravilloso clima, no todo va a ser playa, playa y más playa.

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Tiempo de Lectura: 4 minutos
Costa Rica… no todo va a ser playa
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Manuel Guisande

Manuel Guisande para El Observador

En la época seca, y especialmente en Costa Rica, con ese maravilloso clima, no todo va a ser playa, playa y más playa.

También se pueden hacer otras cosas como, por ejemplo, ver un monumento, un hermoso paisaje o hacer una excursión a uno de esos lugares que no sabes a qué fuiste, pero fuiste. Y lo peor. volverás porque ha llegado un invitado y quiere conocer… si es que hay invitados que…

Yo sé que lo del monumento no apetece mucho, más bien nada, un nada total que es como un agujero negro. Pero cuando te das cuenta que en tu cerebro la casilla que pone “Cultura” está como vacía, te entra así como un remordimiento.

Entonces tienes que llenarla con algo, aunque sea poco, una broma, que tan poco se trata de meterle a las neuronas un tratado de ¿por qué la cucaracha es desagradable y nada cuca? Tomo XXVI, no.

Entonces te dicen que cerca de donde veraneas hay una iglesia antigua que merece la pena ver y… vas.

Aunque seas tú quien lo haya decidido en presencia de tus hijos para que vean que tienen un padre que es mucho lo que vale y culto a raudales… vas, pero vas con una desgana… con una cara de aburrimiento… pero como hay que llenar esa casilla y tienes hijos… pues vas.

Para mí, que rezan mucho

Y no me digas cómo es esto de las iglesias antiguas. Si es que son una multinacional con franquicias o los sacerdotes tienen una sincronización fuera de lo común.

Es que es entrar y lo primero que te dicen, pero siempre siempre, sea el lugar que sea, la hora y el día, es: “no hagan ruido, que los monjes o monjas están en oración”.

¡¡Cómo que en oración!!, ¡¡¡pero es que ninguno ve un Alajuelense-Saprissa o un Herediano–Cartaginés o saltos de trampolín…!!! no rezarán demasiado…

Además, quien te lo dice suele ser una mujer delgadita, vestida de negro, pálida como si saliera de un cuadro de El Greco. Pero, además, con una vocecilla clara de huevo que no para la tía de hablar y que te hace pensar: “pena que esta, precisamente, no esté en oración, si se callara un ratín…”.

Mira, a mí ver un lugar de estos no me importa o que te expliquen que en ella durmió o se despertó tal o cual sacerdote, pero cuando me dicen que en él no hubo un incendio… me entra un bajón, pero un bajón…

Esto me pasa

Yo cuando visito una abadía, lo primero que pregunto es si hubo un fuego que arrasó con todo, y si no, eso no es una abadía ni ná; eso es una timo, grande el edificio… lo que quieras, pero abadía… ¡venga hombre!

Una iglesia antigua que se precie tiene que haber sufrido una quema de la reperamariló y que solo se salvara la sacristía y el altar, si no, a ver como vendes un milagro… bo.

Sin embargo, a diferencia de los curas, cuando visitas un convento de monjas, el asunto cambia porque se las saben todas.

No solo tienen ya el incendio asimilado, sino que incluso con el famoso “se dice” te montan una de Hollywood y te cuentan que “se dice” que una hermana murió y que su alma benefactora pasea todas las noches por el claustro, y de vez en cuando descansa y se apoya en una columna de piedra.

Eso no se lo cree ni San Juan Crisóstomo montado en  camello; pero ellas, para darle más credibilidad a la peli de Spielberg, te enseñan un pilar en el que, con estrabismo y diez de dioptrías.

En efecto, hay como una silueta que… que no te da tiempo a verla porque ni que la pseudofigura pétrea fuera la de Naomi Campbell, todos a hacer fotos y más fotos agolpándose para sacar la mejor instantánea.

Visionarios y más fotos

Y después, pues pasa lo que pasa, que, tras recibir algún pisotón y ninguna disculpa, pues comentarios y más comentarios.

Que sí, que se veía la figura; que incluso había como una mano, que algo como una túnica… y claro ve a decir tú que no has visto nada, que lo que te pareció es simplemente el resultado de una filtración de agua y que dejó esa mancha.

Igual te excomulgan allí mismo, pero como estás con tus hijos… pues que ¡sí, hombre!, que se apoyaba en la columna cien o quinientas veces o solo los fines de semana.

Si te soy sincero, tanto incendio, tanta oración y tanta alma perdida vagando no me lo creo mucho, porque para perdido ya estoy yo.

Ahora que, si es por llenar la casilla esa de los bemoles de “Cultura”, y dar ejemplo a la familia, ya de estar dos horas oyendo a clara de huevo… vamos, nunca tal preciosidad de iglesia antigua (o monasterios en Europa) vi, y la hermana benefactora y la columna… ¡Dios, lo que hay que hacer por los hijos!

Manuel Guisande