Desde la columna

EDITORIAL | Desarrollo económico y responsabilidad empresarial

Las empresas contribuyen al bien común, produciendo bienes y servicios que la comunidad necesita, pero desde hace décadas se han preocupado por hacer otras contribuciones

Por Desde la Columna

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EDITORIAL | Desarrollo económico y responsabilidad empresarial
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Las empresas contribuyen al bien común, produciendo bienes y servicios que la comunidad necesita, pero desde hace décadas se han preocupado por hacer otras contribuciones a la sociedad, lo cual ha dado origen al concepto de responsabilidad social corporativa.

Esta actividad originalmente nació en la forma de actividades de los miembros de una empresa para mejorar obras o servicios de la comunidad. Recordamos por ejemplo los trabajos de campo de los colaboradores de una empresa para mejorar obras comunales. Hoy el concepto ha evolucionado y conviene emprender en ideas de mayor significado.

Las empresas se proponen desafíos cada vez mayores obligadas por la competencia, por las exigencias de sus accionistas y por una pulsión natural de mejoramiento alimentada por sus conductores y colaboradores. Para atender esos desafíos invierten no solo en capital físico (edificios, equipo, sistemas) sino en capital de gestión. Lo tomamos como algo natural y a veces pasa desapercibido, pero la creación de capacidad productiva que ocurre en las empresas tiene altísimo potencial para la comunidad y es una variable importante en lo que se denomina desarrollo económico, es decir, el aumento de la productividad debido a la transformación cultural, mental, tecnológica de las empresas y de las poblaciones.

Posiblemente no se haya hecho en Costa Rica y convenga hacerlo, una comparación entre la realidad empresarial de hace algunas décadas y la de ahora. Los avances son notorios. De aquí podrían salir no solo la valoración de lo que ha ocurrido, sino la visión de lo que se podría lograr en el futuro.

Una empresa es un centro de toma de decisiones. De resolución de problemas. De escudriñamiento del futuro en busca de posibilidades y peligros. De elaboración de planes de acción para aprovechar esas oportunidades y conjurar amenazas. De robustecimiento de fortalezas y eliminación de debilidades.

El conocimiento, el ingenio, la robustez emocional y ética que se requiere para realizar esas tareas, convierten a la empresa en una entidad de profundo significado para la vida moderna, presente y futura. Este depósito de capacidades acumulado en las empresas podría tener un impacto beneficioso si fuera canalizado hacia el resto de la sociedad. Aquí presentamos tres maneras de hacerlo.

A todos los colaboradores que participan en programas de capacitación se les debería apoyar para que transfieran esos contenidos a sus propias familias o a otros núcleos de personas cercanas. Imaginemos el valor de que llegaran a más personas los aprendizajes que hacen los colaboradores de las empresas en temas de tanta importancia como comunicación interpersonal, resolución de problemas, pensamiento creativo, pensamiento estratégico, gestión de acuerdos.

Otra posibilidad es que las empresas más robustas establezcan vasos comunicantes con otras que puedan beneficiarse de ello, para transferirles formas de desarrollar destrezas y buenas prácticas. Imaginemos el beneficio que esto podría traer a muchas micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes). Esto se podría ejecutar si cada empresa que esté dispuesta a hacerlo adopta a dos o tres Mipymes. O podría tener un alcance mayor, si varias empresas de actividades semejantes o de ubicación geográfica común, deciden crear un proyecto cuyo objetivo sea la transferencia de estos talentos.

Un conjunto de empresas que están cerca de muchas empresas desarrolladas, son sus proveedores habituales. Aquí, un medio llamativo de transferir buenas prácticas sería elevar los requerimientos de calidad y brindar la ayuda técnica del caso. Eso ocurre por ejemplo cuando las empresas de zona franca se abastecen de productores locales. Entonces ambos grupos de empresas ganan porque las exigencias dan origen a procesos de mejoramiento en las empresas proveedoras.

Con prudencia, atendiendo a la regla de lograr el mayor beneficio al menor costo, se podrían poner en marcha estos esfuerzos, con poca complejidad burocrática y con poca inversión. Se trata de poner una semilla, dar acompañamiento a las personas y empresas receptoras y aprender de los resultados del proceso.