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El deshielo de un glaciar en Suiza deja al descubierto a un montañero desaparecido desde 1986

Los bloques de hielo alpinos son especialmente sensibles al calentamiento global. El Theodul, como otros glaciares de los Alpes, ha mostrado un marcado retroceso en los últimos años.

El deshielo de un glaciar en Suiza deja al descubierto a un montañero desaparecido desde 1986
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La prueba de ADN confirmó que se trata del cuerpo de un escalador alemán que desapareció hace 37 años.

Cuando se perdió su pista, una operación de búsqueda y rescate no logró hallar rastro alguno de él. Sin revelar al nombre del montañero, la policía indicó que tenía 38 años cuando desapareció durante una expedición.

Los bloques de hielo alpinos son especialmente sensibles al calentamiento global. El Theodul, como otros glaciares de los Alpes, ha mostrado un marcado retroceso en los últimos años.

Es parte de la famosa región de esquí de Zermatt, la más alta de Europa, donde se pueden practicar deportes de invierno todo el año.

Hallazgos sorprendentes

Hasta la década de 1980, Theodul todavía estaba conectado con su vecino, el glaciar Gorner, pero ahora ambos se han separado.

Casi todos los veranos el hielo que se derrite revela algo, o a alguien, perdido durante décadas. El año pasado emergieron del glaciar Aletsch los restos de una avioneta accidentada en 1968.

Los restos de una avioneta han quedado al descubierto debido a la descongelación del hielo.

Los restos de la avioneta quedaron al descubierto debido a la descongelación del hielo.

En 2014, el cadáver del desaparecido escalador británico Jonathan Conville fue descubierto por un piloto de helicóptero. Él vio algo inusual mientras entregaba suministros a un refugio de montaña en el Matterhorn, el pico más famoso de Suiza.

Conville llevaba en paradero desconocido desde 1979. Su familia, que había pasado décadas sin saber de él, expresó finalmente su alivio por haber hallado el cuerpo y confirmar que había muerto haciendo lo que más le gustaba.

Un año después, se hallaron los cadáveres de dos escaladores japoneses al borde del glaciar Matterhorn. Habían desaparecido durante una tormenta de nieve en 1970.

El año pasado, la descongelación del agua llegó incluso a mover la frontera entre Suiza e Italia. La línea se había establecido originalmente en la divisoria de drenaje. Es decir, el límite en el que el agua procedente del deshielo corre hacia un país u otro.

La reducción del glaciar cambió la posición de la divisoria de drenaje. El famoso Rifugio Guide del Cervino, un albergue de montaña italiano muy frecuentado por esquiadores y excursionistas, ahora está técnicamente en Suiza. Los gobiernos suizo e italiano han llevado a cabo negociaciones para decidir cómo volver a dibujar la frontera.

Consecuencias más severas

En todo caso, la fusión del hielo tiene consecuencias mucho mayores que una disputa diplomática sobre las fronteras o el descubrimiento de los cuerpos de escaladores desaparecidos hace mucho tiempo.

Los glaciares alpinos son elementos clave para el medio ambiente de Europa. Esto porque la nieve invernal que almacenan nutre los ríos europeos, como el Rin y el Danubio, que aportan agua a los cultivos o para enfriar las centrales nucleares.

Este año y el pasado los niveles de agua en el Rin fueron en ocasiones demasiado bajos para la navegación de las barcazas de carga que transportan suministros desde los Países Bajos, a través de Alemania, hasta Suiza.

El agua que surge del deshielo también enfría los ríos. Sin ese efecto refrescante, el agua se calienta demasiado y los peces mueren.

Hace casi exactamente un año, expertos suizos en glaciares se sorprendieron por la magnitud del retroceso del hielo; los glaciares habían perdido la mitad de su volumen desde 1931, una pérdida mucho más rápida de lo que pronosticaban los científicos. A ese ritmo, casi todos los glaciares alpinos desaparecerían a finales de este siglo.

Pero eso fue el verano pasado. En 2023, Suiza tuvo uno de sus meses de junio más cálidos y secos; y las tres primeras semanas de julio han sido, a nivel mundial, las más calurosas jamás registradas.

En agosto y setiembre los expertos en glaciares volverán a medir el hielo, y temen una reducción aún mayor.