Sergio Arce
Mientras el mundo cierra fronteras, decreta cuarentenas, ordena la suspensión de actividades masivas y clausura negocios en un esfuerzo por contener el avance del coronavirus COVID-19 -que ha matado a más de 8.000 personas en el orbe y enfermado a más de 200.000-, Nicaragua vive en una burbuja, cuyo gobierno parece no inmutarse ante la alerta global.
El diario La Prensa publicó que el presidente de la República, Daniel Ortega, y la primera dama y vicepresidenta, Rosario Murillo, anunciaron que su país está listo para recibir a los turistas, en especial en Semana Santa.
Lejos de tener listo un plan de contingencia para evitar la llegada de la enfermedad a este país, Managua prepara un plan turístico para estos días de época seca, en especial la llamada Semana Mayor, a inicios de abril.
Por eso el país no restringe el ingreso de turistas y solo mantiene “vigilancia” en los puestos fronterizos para agilizar el ingreso de los visitantes. De hecho, la expectativa del vecino país del norte es que a San Juan del Sur (popular destino de playa) lleguen cerca de 20.000 turistas, entre locales y extranjeros, de acuerdo con el diario.
Mientras tanto, Costa Rica incrementó la vigilancia y una serie de operativos para custodiar los puntos de ingreso irregulares al país por la línea fronteriza norte
«Estaremos incrementando la vigilancia en esta zona con apoyo de la Fuerza Pública y las Unidades Especializadas, la Policía de Fronteras, el Servicio Nacional de Guardacostas, el Servicio Nacional de Vigilancia Aérea y la Policía Profesional de Migración», indicó la vicepresidenta Epsy Campbell, delegada para la Zona Norte.
De acuerdo con datos de la Dirección General de Migración y Extranjería, durante enero del 2020, en la región norte se registraron un total de 78 mil ingresos y 49 mil egresos tanto por el puesto de Peñas Blancas como por Las Tablillas.
Honduras (fronteriza con Nicaragua) también anunció el cierre de fronteras así como lo hicieron El Salvador, Guatemala y Panamá.
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En Costa Rica hay 50 afectados por esta enfermedad y 720 descartados. Y cada día el Ministerio de Salud actualiza las cifras, al tiempo que el país se encuentra en estado de emergencia nacional y se cerraron las fronteras, bares, discotecas y casinos y se implementó el trabajo remoto y se suspendieron lecciones y las actividades masivas, como las de Semana Santa.
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Pero en el país de Ortega-Murillo la realidad es diferente. El Ministerio de Gobernación nicaragüense indicó que los puestos fronterizos trabajan “con normalidad” y que solo hay “un equipo médico” que toma “las medidas pertinentes” con los ingresos y egresos.
“Nosotros seguimos trabajando con normalidad en la ejecución de nuestro plan de verano, en el que se han venido ampliando las ventanillas para garantizar un trámite más ágil”, aseguró a dicho rotativo la titular de Gobernación, Amelia Coronel.
La misma Murillo envió una carta, el pasado 14 de este mes, a las diferentes instancias estatales anunciando que actividades masivas “culturales, religiosas y festivas” se “mantienen, desarrollan y amplían” en el país.
Prueba de ello fue la multitudinaria marcha del fin de semana pasado llamada “Amor en tiempo del COVID-19”, que copó las principales calles y avenidas de la capital con cientos de empleados públicos y familiares y afectos al sandinismo vistiendo camisetas de la pareja presidencial y de Hugo Chávez.
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Paralelamente a los “esfuerzos” de la Primera Dama, funcionarios del Instituto Nicaragüense de Turismo visitan numerosos municipios para garantizar que la estructura turística del país “esté lista” para recibir a los visitantes.
Este sector fue el más golpeado con la crisis política de abril del 2018, que decantó en cierres de hoteles, 260 muertos, salidas masivas de turistas pero también de nicaragüenses: se calcula que al mes salen de ese país 4.000 personas que buscan un refugio principalmente en Costa Rica, Panamá, México y España, de acuerdo con un informe de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
