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“Las pastillas de la abuela generan adicción”: la sobremedicación afecta a más miembros de la familia

Las pastillas que le recetaron a un abuelo o una tía muchas veces circulan entre familiares y vecinos, quienes las…

Por Tomás Gómez

Tiempo de Lectura: 3 minutos
“Las pastillas de la abuela generan adicción”: la sobremedicación afecta a más miembros de la familia
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Las pastillas que le recetaron a un abuelo o una tía muchas veces circulan entre familiares y vecinos, quienes las terminan utilizando sin supervisión médica, pero confiando en la buena experiencia que tuvieron otras personas.

¿Le suena familiar la historia?

Pues no es una rareza. Este tipo de acciones con los medicamentos, es lo que ha llevado a expertos en diversas áreas a alertar sobre los riesgos que conlleva. La afectación se nota no solo en los adultos mayores sino también en su círculo familiar.

Así lo expusieron representantes del Colegio de Psicólogos (CPP) y el Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD) en el foro “Anticipando el futuro”, convocado por la diputada Andrea Álvarez para analizar varios retos del país, entre ellos el envejecimiento.

Para dimensionar la problemática basta con ver el diagnóstico de Ángelo Argüello, presidente del CPP: “Hay un tema de adicción de medicamentos legales que puede llegar a ser más grave que la cocaína, el crack y que las famosas drogas oscuras en general”

Pastillas para toda la familia

“La sobremedicación de benzodiacepinas es tanta en Costa Rica que la cantidad de fármacos alcanza no solo para el adulto mayor sino también para sus familiares”, resaltó Argüello.

“Hijos y nietos empiezan a usar esos medicamentos y alcanzan (…) Son tantos que alcanzan para el abuelo pero también le coge la hija, el nieto”, agregó.

La llegada de esos medicamentos a los adultos mayores esconde además una problemática mayor asociada la salud mental. Las benzodiacepinas se asocian a efectos calmantes y ansiolíticos. El psicólogo advirtió que muchas veces se dan como alternativa a otros problemas que el sistema no puede tratar.

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Antes de llegar a la medicación se sugiere otra atención profesional que aún no se ha masificado en Costa Rica.

“En algunos casos el amigo médico quizá lo único que pudo hacer fue sedarlo con benzodiacepinas; y mandarlo para la casa sedado para que no piense más en toda esa situación crítica que está viviendo”, señaló.

“Mucho de lo que hoy nuestros abuelos y abuelas presentan son problemas que llamamos nosotros ‘de sentido de vida’. No las clásicas enfermedades crónicas de hipertensión, diabetes, problemas articulares, póngale como quieran… son temas tan complejos como el concepto de soledad”, agregó.

Problema enfocado en adultos mayores

Tras la intervención de Argüello, el investigador del ICD, Andrés Rodríguez, adelantó algunos hallazgos de los trabajos que han venido haciendo.

En primer lugar coincidió con que ese tipo de medicamentos bajo la lupa tiene un consumo “concentrado en el grupo etáreo de más de 65 años”.

Tal tendencia, agregó debe generar reflexión en dos vías.

La primera es determinar si la persona realmente necesitaba el medicamento. El segundo es respecto a la dosis y por cuánto tiempo se usa.

“Hay muchísimos adultos mayores a los que fue su médico el que lo convirtió en farmacodependiente”, aseveró Rodríguez.

A eso sumó que aún en pacientes más jóvenes, sobre todo mujeres, también se han identificado afectaciones específicas por productos como los anorexígenos. Ahí sugirió que hay que revisar las pastillas son la primera opción antes de tratar cambios de hábitos y otros pasos.

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Regresando a los adultos mayores, advirtió que la medicación de este tipo puede tener efectos como caídas o un deterioro mental más allá del natural.

“El uso continuo de estos medicamentos puede provocar demencia. Simplemente para la familia es que “se nos hizo viejito y desarrolló demencia”; y no fue necesariamente que se nos hizo viejito es que tiene muchísimos años de estar bajo alguno de estos medicamentos”, comentó.

Finalmente, él ironizó sobre como se ha posicionado la demanda de estos medicamentos.

“Para nadie aquí es un secreto que hasta dichos tales como deme un tafilazo ya están dentro de la jerga del costarricense y eso nos llama la atención”, concluyó.

El investigador del IAFA explicó la experiencia de países como Estados Unidos, donde se supervisa el recetado de estupefacientes se supervisa y en caso de detectar anomalías se envía a los médicos a capacitación para garantizar un buen uso de las mismas. (Archivo/El Observador)