Avenida O

Lo reconozco: ¡estoy obsesionado con ser de Costa Rica!

Manuel Guisande para El Observador La vida es así: empiezas a colaborar en un diario, el país se llama Costa…

Por Blog

Tiempo de Lectura: 3 minutos
Lo reconozco: ¡estoy obsesionado con ser de Costa Rica!
Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Manuel Guisande

Manuel Guisande para El Observador

La vida es así: empiezas a colaborar en un diario, el país se llama Costa Rica, nada o poco sabías de él, lees, visionas vídeos, escuchas a la gente, ves que es supersimpática y… de repente, te obsesionas.

Y, no me digas cómo: no es que quieras conocer Costa Rica, sino que estás tan emparanoiado que quieres ser costarricense.

Y aunque hayas nacido en Santiago de Compostela (España & Galicia), te resulta más fácil decir que eres de Santiago de Costa Rica. Paranoia Total II, en los mejores cines.

Hasta tal punto ha llegado mi descerebre, que ahora el pasaporte español ya no me parece tan bonito. Y con esto del pasaporte, que es tema internacional… pues eso, empiezas con un “no es tan bonito”.

Después sigues con “es un poco feo”, pasas al “es horroroso” y terminas con “el que es precioso es el de Costa Rica, que es azul” y, sin darte cuenta, de ahí a nacionalizarte tico, un paso.

OBSERVE MÁS: Los costarricenses son muy, muy, pero que muy tranquilos

Sí, lo sé… es una obsesión: hasta digo mae

Reconozco que es una obsesión, aunque ya empiezo a dudar si será una enfermedad.

Mira, yo antes iba caminando tranquilamente hasta la playa y cuando me acercaba a la costa decía: “¡¡Qué preciosidad, qué maravillaaaa!!.

Ahora no, ahora veo la costa y lo que veo en mi mente es Costa Rica, y yo en sus paradisíacas playas tomando cocos, bebiendo un par de guaros, unos rompopes o litros de disparos chiliguaro. Y que le den viento a tanta bebida isotónica made in China, que va a acabar con nosotros.

Y todo es así. Me invitan a comer a un restaurante, me preguntan si la comida estaba bien, y si antes decía “deliciosa”, ahora no solo digo “rica”. Si no que me sale “Costa Rica”, todo seguido y sin balbucear, como lo más normal; ¡¡pero si hasta ya digo “mae”…!!

¡Todo tuanis!

Como te digo, un desquicie total, pero incluso en el ámbito de las relaciones personales.

Antes, cuando me presentaban a una persona de Centroamérica o Sudamérica y me decían que era, por ejemplo, peruano o colombiano, les daba la mano tan alegre.

Ahora no. Ahora me dicen que es peruano o boliviano y lo primero que pienso es “bo, este tontaina, si fuera de Costa Rica…” y le doy la mano con una desgana, con un desinterés, una apatía existencial…

Hasta tal punto llega mi descontrol mental, que cuando oigo a alguien con un acento distinto al mío digo como si fuera un niño pequeño: ¿¡¡¡eres de Costa Rica!!!, ¡¡¡eres de Costa Rica!!!, ¡¡¡eres de Costa Rica!!!?

Y cuando me dicen que no, que es de Barcelona o Madrid… un desencanto, un para qué habré preguntado, y hasta mis amigos están preocupados, porque muchas veces me dicen si me pasa algo y yo respondo, “no, nada, todo tuanis”.

Manuel Guisande