Ciencia

Mario Herrero, el científico costarricense que Reuters colocó en el puesto 10 de los 1.000 más influyentes del mundo en cambio climático

El pasado 20 de abril, Reuters, la agencia de noticias más grande del mundo, publicó una lista con los 1.000…

Por Marco Marín

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Mario Herrero, el científico costarricense que Reuters colocó en el puesto 10 de los 1.000 más influyentes del mundo en cambio climático
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El pasado 20 de abril, Reuters, la agencia de noticias más grande del mundo, publicó una lista con los 1.000 científicos más influyentes de las últimas décadas en el campo del cambio climático. La misma toma en consideración proyectos que datan desde 1988.

Al ingresar a la página oficial de la autodenominada, “Lista Caliente” (The Hot List), una imagen del planeta gira sobre sí, mostrando la ubicación actual de cada uno de los elegidos. Llamativamente, ningún punto se ubica sobre Costa Rica.

Sin embargo, al observar con detalle la lista, aparece un nombre entre el “top 10” que podría ser ajeno a la población costarricense, pero no debería.

Se trata del doctor Mario Herrero Acosta, quien fue escogido como el décimo científico más influyente en este campo por dicha publicación.

Acuerdo de París

En conversación con El Observador,  Herrero aseguró estar sorprendido por el reconocimiento. Ni siquiera estaba al tanto de la iniciativa, afirmó. No obstante, al oír un poco más de su trayectoria, es fácil entender el porqué de su elección.

Sus trabajos se han enfocado en el desarrollo de tecnologías agropecuarias sostenibles, especialmente para pequeños productores e incorporando conceptos como la economía circular.

También, desarrolló el primer inventario sobre análisis de gases con efecto invernadero para la ganadería mundial, probablemente uno de los de mayor impacto global.

“Eso fue un producto que sacamos entre el 2010 y el 2013. Eso nos dio mucho auge porque fueron los datos usados por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC),  para las negociaciones del Acuerdo de París”, recordó.

Actualmente se desempeña como el científico jefe de investigaciones en la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Mancomunidad en Australia (Csiro, por sus siglas en inglés). 

En total, su trabajo se ha desarrollado en seis de los siete continentes del planeta, actualmente. Esa visión global también le ha hecho ver el enorme potencial que tiene Costa Rica para convertirse en un laboratorio mundial. No obstante, recuerda que sin inversión será imposible.

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Para el científico costarricense, el doctor Mario Herrero, la economía circular es uno de los pilares de las sociedades del futuro. (Cortesía Mario Herrero).

Trotamundos

Mario Herrero (54 años), es un trotamundos que nació en Costa Rica un 2 de marzo de 1967. Sus estudios y trabajo lo han llevado vivir, durante las últimas tres décadas, en diversas partes del mundo como Reino Unido, Kenia y más recientemente, Australia.

A sus 24 años, partió para la Universidad de Edimburgo, en Escocia, a sacar una maestría y un doctorado en Manejo de Recursos Naturales. Esto, luego de formarse en la Escuela Centroamericana de Ganadería.

A medida que sus estudios finalizaban, de forma paralela, se comenzaron a desarrollar las investigaciones para los programas de pagos por servicios ambientales, alrededor del mundo. Fue así como Herrero se especializó en el desarrollo de esta dinámica para productores lecheros.

Ese conocimiento lo llevó a trabajar para su Alma Mater en diversos proyectos en América Latina. Entre ellos destacó dos: uno en Bolivia y otro en México, los cuales fueron financiados por el gobierno británico.

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“Funcionaron bastante bien las prácticas que implementamos y eso me llevó después a que me contactaran del Instituto Internacional de Investigación en Ganadería, en Nairobi, Kenia. Me mudé allá y vivi 12 o 13 años trabajando con pequeños productores, donde el objetivo era disminuir la pobreza y asegurar la sostenibilidad alimentaria.

“Los pequeños productores son los mejores implementadores de la economía circular. Hay tanto reciclaje de nutrientes, tantos usos para la biomasa. Son muy creativos, la falta de recursos los obliga. Siempre he trabajado en proyectos de desarrollo y trabajando para el bien común”, afirmó.

El trabajo en el continente africano fue uno de los que recuerda con mayor orgullo. Ahí, se desarrolló un estudio, en conjunto con la Organización EAT, para identificar las transiciones hacia dietas más saludables, a partir de sistemas agropecuarios sostenibles. 

Precisamente, este informe fue uno de los propulsores del concepto de flexivegetarianismo. Herrero tiene claro que, para lograr cambios duraderos en la sociedad, hay que implementar procesos de adaptación entre las masas.

Flexi…¿qué?

“Son dietas bastante diversas, basadas más que todo en productos vegetales, con muchas frutas y nueces. Sí, con productos animales pero que no son consumidos de gran forma. Si antes el bistec era la estrella del plato, ahora deberían de ser los vegetales y ofrecer las carnes como un platillo de acompañamiento. 

“El consumidor tiene que preocuparse más de dónde vienen todos los productos consumidos. El origen es fundamental y el etiquetado también lo es para que las personas puedan tomar mejores decisiones. Al final, todo esto empieza por uno”, dice.

Tras poco más de una década en suelo africano, el costarricense fue contactado por la Csiro. Ahí, el objetivo ha sido llevar estas mejores prácticas a Australia para guiar a los productores y consumidores de este país hasta un modelo sostenible.

Sin embargo, y a medida que los efectos del nearshoring se apoderan del comercio internacional, el Gobierno australiano también apuesta por desarrollar este tipo de iniciativas en países del Sureste asiático, así como en lugares más exóticos y exigentes, como las islas del Pacífico. Ahí, la disponibilidad de recursos puede ser menor.

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Agroecología

Precisamente, todo este tipo de experiencias en diferentes ámbitos, climas y sociedades ha hecho de Herrero una persona muy pragmática. Uno de los conceptos más interesantes, mencionados por el experto, es la implementación de la agroecología como vehículo de la economía circular. Pero, ¿qué es?

“Una forma de usar las reglas naturales de cómo crecen las plantas y como hay simbiosis entre muchos de los procesos biológicos para producir. Entonces se necesita mucho menos fertilizantes e insumos y se le da un papel más importante a la diversificación, agricultura con polinizadores y captura de carbono en el suelo”, respondió.

Precisamente, este tipo de dinámicas son ideales para países como Costa Rica. Más allá de su potencial para convertirse en un laboratorio de alta gama en agricultura sostenible, los productores del país también podrían ahorrar mucho dinero.

Es ahí donde plantea otra solución a uno de los problemas más tradicionales: la falta de recursos monetarios. Para nadie es un secreto que la inversión en el país es casi nula y esto se traduce en una producción menos efectiva.

Por ello, Herrero considera que el país puede copiar algunas cosas del modelo australiano.

Una de ellas es la financiación a partir de la venta de productos agrícolas. Por ejemplo, destacó que, por cada grano de trigo, un 1% se redirecciona a proyectos de innovación ya sea en universidades o en alianzas con el sector privado.

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Ciencia ciudadana

Este último, en su opinión, es un actor vital para que el país pueda lograr su potencial ya que, desafortunadamente, “lo que pasa por el sistema público es muy poco”.

Al final de cuentas recuerda que, especialmente en los tiempos actuales, cada persona tiene el poder de cambio. Al mismo tiempo, aprovechó para hacer un llamado a fomentar grupos de “ciencia ciudadana”.

Para el científico costarricense, Costa Rica tiene un potencial que se puede aprovechar si se empiezan a generar espacios y a incentivar a las personas a desarrollar dinámicas de cooperación.

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En su opinión, los que conocen sus necesidades pueden solventarlas de formas creativas y ese es el principal motor para la innovación. Sin importar el rincón del mundo donde se está.

“Al principio puede ser un poco caro pero, a medida que vamos avanzando y las propiedades intelectuales, en torno a estas tecnologías, se comienzan a abrir, todo esto será más barato. Eso sí, la gente tiene que tener la disposición de cultivar su mente.

“Vamos hacia una transformación total de nuestros sistemas alimentarios y de la economía. Hacia integrar lo que es innovación tecnológica con agroecología. Estamos llegando a ese punto donde la mezcla de toda la creatividad que tenemos y la ciencia puede llevar a desarrollar todo eso”, sentenció.

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