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Menos ingresos, más horas trabajadas y bajo acceso al crédito: las cifras que todavía obstaculizan a la mujer costarricense

Se realizan marchas en el centro de San José, en el marco del 8M, la fecha en la que se conmemora la lucha femenina por sus derechos.

Por Josué Alvarado y Gustavo Martinez

Tiempo de Lectura: 5 minutos
Menos ingresos, más horas trabajadas y bajo acceso al crédito: las cifras que todavía obstaculizan a la mujer costarricense
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Las mujeres costarricense todavía le hacen frente a la sistemática discriminación. La persistente dominación de los hombres no solo se refleja en los extremos de la violencia, que solo el año pasado provocó la muerte de 13 mujeres.

En el día a día, la independencia y la solvencia económica son más difíciles para el género femenino. Aunque algunas brechas han disminuido, los informes concluyen una clara persistencia de la diferencia en el trato que se le da a las mujeres, en comparación con los hombres.

Esto se traduce en un menor acceso al sistema financiero, a mayores complicaciones para ingresar al mercado laboral, a una reducción en sus ingresos, menos tiempo libre para prepararse y cambiar de puesto de trabajo, menos espacios en detrimento de su calidad de vida, entre otras.

Estas son algunas cifras que justifican la lucha de las mujeres cada 8 de marzo en Costa Rica, realidades que se replican en otros rincones del mundo.

Aumentó porcentaje de mujeres sin ingresos

Según el Tercer Informe de Brechas entre Hombres y Mujeres en el Acceso y Uso del Sistema Financiero en Costa Rica del 2023, las diferentes económicas entre ambos géneros aún persisten.

Uno de los puntos que aborda el estudio es que de 2019 a 2022 se muestra un deterioro de la autonomía económica de las mujeres, a pesar de que trabajan a tiempo completo (y más) en el hogar.

El porcentaje de mujeres sin ingresos propios aumentó de 33,3% a un 34,4%.

A esto se le suma que, según el reporte, la informalidad es un factor de precarización para el trabajo, en especial para las mujeres. En Costa Rica, existe una importante cantidad de personas que trabaja bajo la informalidad, y las mujeres representan un 38% del total.

Por otro lado, en caso de que trabajen y sean jefas de hogar, esta condición no asegura que tengan ingresos suficientes como para decir que tienen autonomía económica. Así lo explicó la directora del Centro de Investigación y Estudios de la Mujer, Montserrat Sagot.

“El problema con las jefaturas femeninas es que responde a mujeres en una sociedad donde generalmente se necesita más de un ingreso, donde además se necesita a personas que contribuyan con el cuidado, que se necesitan hombres responsables que se hagan cargo de los hijos también.

“El hecho de que existan jefaturas femeninas no representa en sí mismo un avance para las mujeres, sino que necesita una problemática muy seria que tiene que atenderse”, indicó Sagot, ante la consulta de El Observador.

“Tenemos una sociedad organizada de tal forma que, una mujer sola dado que está, generalmente, en condiciones de empleo más vulnerables que los hombres; que tiene, además, el recargo del cuidado de los hijos e hijas, que tiene también problemas para acceder a la educación, justamente, por la recarga de trabajo. Una jefatura femenina en una sociedad como la nuestra se convierte en un problema muy serio para la mujer que está presente y para sus hijos e hijas”, amplió la experta.

Mujeres trabajan un mes más al año que los hombres 

Respecto a lo laboral, persiste una brecha en cuanto a las horas destinadas a actividades laborales. Aplica tanto para el trabajo remunerado como el no remunerado.

De acuerdo con el Banco Central de Costa Rica (BCCR) y la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo en Costa Rica, de junio de 2023, los hombres dedicaron 15 horas y 44 minutos para el trabajo doméstico no remunerado por semana, en contraste con las mujeres que dedicaron 32 horas y 04 minutos.

Por su parte, en el trabajo remunerado, los hombres dedicaron 50 horas y 50 minutos semanales y las mujeres 40 horas y 46 minutos. Es decir, las mujeres contaron con 10 horas menos del tiempo destinado al trabajo remunerado, pero trabajan más del doble en labores domésticas que los hombres.

“Este comportamiento no es nuevo, si sumamos las horas de trabajo remunerado con las horas de trabajo no remunerado nos damos cuenta que las mujeres terminan trabajando una mayor cantidad de horas que los hombres. Una estimación de la CEPAL de hace unos años decía que las mujeres terminan trabajando en promedio un mes más que los hombres al año”, citó Sagot.

“Además, las mujeres tienen menos tiempo libre para la recreación, menos tiempo para actividades de descanso. Las mujeres cuentan, entonces, de un mayor estrés, justamente, por la recarga de trabajo”, añadió.

De acuerdo con Sagot, estas cifras siguen una tendencia a la alza desde la pandemia de 2020, cuando a las mujeres se les aumentó el lapso de labores domésticas y del cuido de los familiares.

“Durante la pandemia, la gran mayoría de las personas que empezaron a ser despedidas cuando se dieron los recortes y los cierres fueron mujeres. Una gran cantidad de los trabajos donde las mujeres estaban ubicadas, restaurantes, sodas, empleo doméstico, por ejemplo, fueron recortados completamente en esos períodos. Tuvimos a las mujeres expulsadas de los trabajos remunerados por esa situación”, detalló Sagot.

Por otro lado, la analista y académica en temas de género y sociales mencionó que hubo un fenómeno que en la sociología se llama “redomesticación de las mujeres”. Muchas mujeres fueron enviadas a las casas y fueron encargadas de todas las tareas de cuido, incluso, el cuidado de personas enfermas y de ser las maestras. Además, para quienes sufrían violencia, la situación se exacerbó.

La investigadora señaló que a partir de la pandemia, se estima un retroceso de 30 años en el avance de los derechos de las mujeres. Afirma que esta situación no se está abordando de una manera adecuada.

“Al quedarse las mujeres sin empleo o tener empleos de muy baja remuneración o empleos de tiempos parciales, todo esto va a afectar la autonomía económica de las mujeres. El hecho de que haya jefaturas femeninas nunca implica que haya autonomía económica de las mujeres, al contrario, más bien la jefatura femenina las pone en una condición de vulnerabilidad al no haber otro ingreso que apoye en el hogar”, finalizó la académica.

Sujetas a créditos por montos menores

El mismo informe de Brechas Financieras entre hombres y mujeres, elaborado por la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), concluye que las mujeres tienen menos acceso al crédito y cuando acceden pueden optar por montos menores que los hombres.

A diciembre del 2022, el país registraba a 1.223.584 personas con créditos activos. El 45% correspondía a mujeres y el 55% a hombres.

El monto promedio que le prestan a los hombres asciende a ¢13.598.325, mientras que el de las mujeres es de ¢11.639.833.

El informe señala que la brecha es de 14,40% entre los montos para el año 2022, muy similar a lo que se había registrado en el 2021.

La economista de la Asociación Bancaria Costarricense (ABC), Daniela Gutiérrez, señaló que las entidades tienen establecidos una serie de requerimientos técnicos para el otorgamiento de los créditos que no hacen referencia a temas de género.

Por su parte, la vicepresidenta de la Junta Directiva del Colegio de Ciencias Económicas de Costa Rica, Katherine Víquez, señaló que hay una serie de condiciones sistemáticas que hacen que las mujeres no sean sujetas a crédito con la misma facilidad que los hombres, o para montos a los que ellos sí pueden aspirar.

Por ejemplo, tienen menos acceso al mercado laboral y por ende a contar con ingresos propios. También se ha demostrado la diferencia de montos que reciben ellos y ellas por ejercer el mismo cargo.

Además, ante la recarga de las labores del hogar y cuido de personas con discapacidad, su entrada y salida del mercado es más recurrente.

“Esta situación las hace no ser sujetas de crédito o tener condiciones menos favorables para acceder a un préstamo”, comentó.

“Hay que, sin lugar a dudas, reforzar la posición de las mujeres en el mercado laboral para que así puedan tener mejores condiciones de crédito y contar con otras condiciones necesarias para garantizar su bienestar”, añadió.


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