Sergio Arce
La ultramaratonista y montañista costarricense Ligia Madrigal estuvo a unos 800 metros de alcanzar la cima del monte Everest, en la frontera entre Nepal y China. Es el pico más alto de la Tierra, que se eleva a los 8.848 metros.
La tica llegó a los 8.000 metros de altura, exactamente al llamado Campo 4, pero por “razones logísticas” debió suspender la escalada. Su aventura duró un total de 40 días.
Hoy, ya con las emociones y energías más reposadas, Madrigal conversó con los medios de comunicación sobre su experiencia, que la convirtió en la primera mujer nacional en llegar a esa altura del Everest.
Ella adelantó que todo apunta a que regresará a esta cumbre en mayo del 2024, que es la mejor época del año para escalar esta impresionante montaña. Y lo hará de la mano de su principal patrocinador, el BAC.
“Durante el proceso muchas veces pensé que no era para mí y que es muy duro. Al final, como tomé en paz la decisión (de no atacar la cumbre) y conociendo que tengo una capacidad mayor para pensar en resolver, regreso en una sola pieza.
“Hablé con Fede (Federico Escalante, esposo) y me dijo: ‘claro, tenés que volver’. He ido creciendo: tengo el equipo, me funcionó, sé cómo entrenar y hay cosas que puedo mejorar.
“Tengo el apoyo de los patrocinadores que creyeron en mí después de cuatro años y que están felices… así que intentémoslo”, comentó Madrigal con el rostro iluminado de emoción.
Ligia adelantó que ante el reto de regresar al Everest el otro año, en setiembre tendrá su primera gran preparación: una carrera de 400 kilómetros en los Alpes suizos.
Ella aseguró que su esposo ya la inscribió en la carrera, que le permitirá retomar condición de cara a la subida al monte más famoso del mundo.
¿Qué pasó para no subir?
Ligia relató lo ocurrido con el “problema técnico” que acusó hace unos días que le impidió llegar a la cumbre del Everest.
Ella comentó que el sherpa que la acompañaba (guía en las expediciones de alta montaña en el Himalaya, cadena de montañas donde está el Everest) le expresó que no se sentía bien a falta de oxígeno.
A pesar de que una amiga mexicana que también escalaba la cumbre le dijo que no desistiera de alcanzar la meta, la costarricense tomó la decisión de no proseguir.
La montañista nacional de 50 años expresó que ante todo se puso la mano en el corazón y pensó en el estado de salud de su guía.
Y, ante todo, en que estaba en paz y en calma con la decisión de no “atacar la cumbre”, como se le conoce en el argot de los escaladores al momento de hacer el último esfuerzo para coronar.
Eso sí: le dio a la mexicana una bandera de Costa Rica para que la ondeara en la cima, aunque al final no lo hizo por el frío que estaba haciendo, dijo entre risas.
¿Cómo se siente?
“Me siento bien, me siento diferente. Esto ha sido un gran aprendizaje. Estando allá arriba, agotada y con frío, solo podía pensar en lo afortunada que era al tener a mi familia, a mi esposo y a mi hija. Solo pensaba en ellos.
“Aunque esto ya lo sabía, estando allá se valora mucho más lo que es realmente importante, esa gente que te quiere, tu círculo cercano, y que no hay que permitir que otras personas te afecten. Crecí mucho como ser humano”, relató Ligia Madrigal.
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