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Moonfall: un nuevo apocalipsis a cargo de Roland Emmerich

@Popcorn506 para El Observador El último gran estreno en las salas de cine viene de la mano de un hombre…

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Moonfall: un nuevo apocalipsis a cargo de Roland Emmerich
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@Popcorn506 para El Observador

El último gran estreno en las salas de cine viene de la mano de un hombre muy conocido por todos nosotros, sobre todo por los que hemos crecido sentados en butacas desde los años 80 ante el apogeo del cine de entretenimiento. No hablamos más que de Roland Emmerich, artífice de títulos de culto para los amantes del cine noventero, como Independence Day, Universal Soldier, Stargate o, más recientemente, 2012 y White House Down.

No es un cine dirigido para las elites académicas, ni mucho menos. Porque, conociéndolas, y a pesar de los muchos méritos de estas películas, su objetivo no es aportar méritos artísticos, sino crear unos productos de entretenimiento supremo, espectacular y masivo. Y lo consigue.

Con Moonfall nos encontramos ante una situación muy similar a la que podíamos ver hace un par de décadas, cuando Emmerich se encontraba en la cresta de la ola. Y es que el público responde con pasión y llenan las salas, pero las críticas en la prensa no se muestran igual de emocionadas.

A nosotros no nos importa. Hemos venido aquí a divertirnos y hablar de las cosas que nos divierten, por lo que Moonfall entra en la ecuación de lo que solemos recoger. Y, como tal, vamos a analizarla.

The Endeavour Space Shuttle moving down the streets of Los Angeles in the sci-fi epic MOONFALL.

Nos encontramos ante una historia en la que la Luna sufre un golpe fortuito (y enorme) que hace que se desvíe de su órbita y se dirija, irremediablemente, a chocar contra la Tierra. Esto va a suponer la destrucción del planeta y la muerte de todos los seres vivos, salvo que unos intrépidos astronautas e investigadores consigan que su difícil plan se lleve a cabo y nos consigan salvar a todos.

Estos héroes protagonistas están encarnados por Halle Berry, Patrick Wilson y John Bradley. Y lo decimos no solo porque nos encante tener a gente de este nivel en la pantalla, sino porque supone la tercera pata necesaria para que Moonfall sea lo que aquellas pelis noventeras fueron.

La cuarta pata para que la mesa se asiente del mejor modo es, lógicamente, la excelsa categoría de la producción técnica. Todo lo que se refiere a dirección de acción, efectos especiales, ritmo, intensidad y emoción está a la altura de lo que suponemos a un director con esta trayectoria y estos medios.

Entonces, ¿podemos decir que nos encontramos ante una nueva película para añadir a esas obras de acción y casi de culto que tanto nos fascinaron antaño y que seguimos recuperando en plataformas? No del todo.

Y el motivo no es otro que la situación en la que nos encontramos actualmente como público general, y como habitantes de este mundo. El cine de catástrofes encontró un nicho genial en aquellos felices años 90, entre el final de la Guerra Fría y la caída de las Torres Gemelas de Nueva York. Eran años en los que cualquier problema o conflicto parecía lejano, temporal y geográficamente, sobre todo para los norteamericanos (que son los que hacen, mayoritariamente, cine comercial), y las tramas apocalípticas eran vistas con una tranquilidad pasmosa, ya que ahí era donde más cerca las podíamos tener: en la pantalla del cine.

A lo sumo, iban a ser películas de ciencia ficción que nos pusieran en situaciones y emociones jamás sentidas, vividas ni apenas pensadas. Era la magia del cine, la que nos llevaba a un lugar desconocido, al que no pertenecíamos.

Y, ahora, ya no es así. Por suerte, no podemos decir que nos encontremos al borde de la extinción, ni que un meteorito o la propia Luna nos vaya a destruir como civilización y planeta. Pero sí que llevamos, al menos, un par de años en los que hemos sufrido una pandemia global que ha trastocado muchos planes y, sobre todo, nos ha limitado ante muchas de las cosas que, en el día a día, nos servían para distraernos.

Más allá de un aspecto físico, ya que muchas salas a nivel mundial han estado cerradas y, luego, han visto limitados sus aforos, también ha habido una incidencia psicológica.

Y es que, aunque las películas como Moonfall sean tremendamente entretenidas, al salir del cine no lo hacemos tan relajados como en aquellos años. Ahora, lo hacemos con un runrún en la cabeza, pensando que una situación apocalíptica puede ser más plausible de lo que creíamos un tiempo atrás.

Es una pena, y es algo que no depende de Emmerich, que ha seguido haciendo lo que mejor sabe hacer. Pero, a pesar de disfrutar la película como se merece, no estamos tan seguros de que vaya a calar a mediano y largo plazo tanto como lo hicieron en su día las protagonizadas por Will Smith, Jean-Claude Van Damme, Dolph Lundgren o Matthew Broderick.