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Paciencia tienen los mecánicos con nosotros y los carros

El automóvil es como un ser humano y, de vez en cuando, necesita una revisión porque se ha encendido una lucecita, que es como si tuviera fiebre.

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Tiempo de Lectura: 3 minutos
Paciencia tienen los mecánicos con nosotros y los carros
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Manuel Guisande

Manuel Guisande para El Observador

En la época seca, lo mismo que tú vas a una fiesta o los niños a un parque de atracciones o a la playa, a veces el auto va al taller.

El automóvil es como un ser humano y, de vez en cuando, necesita una revisión porque se ha encendido una lucecita, que es como si tuviera fiebre, y eso significa que le pasa algo.

¿Y quién es el encargado de mirar por la salud del vehículo?, ¿quién es el responsable de tomar las medidas que considere oportunas? Pues quién va a ser… el mecánico, que no es que la misma palabra lo diga, pero es él.

Pues ya ves, no; justo él, no; sino tú, que no tienes ni idea, es quien intenta averiguar qué le sucede al auto. Y como no sabes, pues al final acabas frente a este experto en rodamientos que es una de las profesiones que en la época seca , y con un calor del infierno,  hay que tener una paciencia… pero infinita.

Pesadito, muy pesadito

Y hay que tenerla porque tú vas morenito y en camiseta, mientras él está engrasado hasta las cejas, con un mono y una frase en la espalda que lo dice todo: “Talleres Hnos. Vargas” o “Lubricantes Castrol”. Este es el único protector solar que se echa el tío mientras tú estás de cuasiplayboy.

 Claro que, si dejaras tu utilitario, te fueras y volvieras a recogerlo cuando te lo dijera, el tema para él sería más llevadero; pero no, tú no te mueves del taller como si supieras algo.

¿Pero no te das cuenta que si supieras lo arreglabas tú? Pues nada, ni que hubieras hecho formación profesional en el pupitre de al lado con él, lo único que haces es molestar.

Está él de un lado a otro con las herramientas… y tú separándote en plan torpe no te vayas a dar un castañazo con algo que no ves o a resbalar. Abre el tío el capó… y allá vas tú de cabeza a mirar; ¡¡¡pero a mirar qué, joé!!! ¡¡¡si ni eres capaz de poner la lavadora de casa y la ves todos los días…!!!

Unos santos

La verdad que los mecánicos son unos santos porque tú piensa en cualquier trabajo, pero en cualquiera. Imagínate por un momento un cirujano y tú que entras en el quirófano con bata blanca a mirar a ver como cortan al interfecto en plan fileteado, a lo salmón, el hígado o el riñón.

O que te pones a pasar las páginas de Código Penal al lado del juez mientras éste no sabe si empapelar a un tipo tres o veinte años…

Porque es esa otra, no solo te basta con marear estando allí incordiando, sino que tienes que tocar; sí, tocar. Y lo mismo tocas un líquido que cae del auto y lo hueles, para ver si es agua o gasolina, que un muelle de una ventanilla o un cable, que para ti como si es el del teléfono, vas a saber ahora tú de cables…

Y así andas, como te has mentalizado que vas a estar en el taller, pues como si llega la época de lluvias; tú allí quieto y no hay quien te mueva. Que la reparación dura una hora… pues una hora que estás; que son dos… pues dos; que tres… pues tres, será por tiempo…

Ellos, sinceramente, paciencia tienen de sobra; ahora tú tienes una suerte que no veas. Porque por lo general se tratan de averías en las que el auto está parado, quieto, que no es necesario ponerlo en funcionamiento, que si fuera un fallo en el que es preciso encenderlo y rodar…

Él porque es un profesional, pero yo te paso por encima unas mil o mil quinientas veces y hasta me parecen pocas.

Y en tanto él mira y remira o hace un test con unos aparatos, pues dices lo que de vez en cuando has oído al alguien sin saber de qué se trata.

Que si la junta de la culata, que si el carburador, que si los chiclés, que si la tapa del delco, que ni existe… anda la tapa del delco, la tapa del delco, la de los sesos te levantaba yo a ti, pesado más que pesado.

Manuel Guisande