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Profesiones que son envidiables

Manuel Guisande para El Observador Hay profesiones que son envidiables. ¿paleontólogo? ¿astronauta?, ¿investigador de microcélulas?, ¿ingeniero de la NASA? Tonterías….

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Profesiones que son envidiables
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Manuel Guisande

Manuel Guisande para El Observador

Hay profesiones que son envidiables. ¿paleontólogo? ¿astronauta?, ¿investigador de microcélulas?, ¿ingeniero de la NASA? Tonterías.

Hace unos días vi un documental sobre las hormigas de fuego (que ni sabía que existían), y salió un tipo que se llamaba Edward O. Wilson que las lleva estudiando ¡¡treinta años!! No uno ni cuatro ni diez… ¡¡treintaaaa!!

Y claro, fue presentado como un experto mundial, normal, quien en su sano juicio se pasa treinta años viendo un bichito así, de poco más de cinco milímetros.

Cómo no vas a ser al cabo de tres década un experto mundial; es más, es que hay algún gilipollas más en el planeta Tierra que se pase treinta tacos analizando el animalejo ese, tan pequeñín él.

Yo quiero ser como Edward O. Wilson

Yo me imagino que un tipo que dedica su vida a estudiar las hormigas de fuego, y quien dice hormigas, pues el saltamontes Tutú, el pececillo MMalambú o la rana Cucurú, debe ser alucinante.

Un tío así ni se preocupa de ir a la compra, ni de ir a buscar a los niños al colegio, ni ir al banco, ni mirar una factura, ni fiestas en familia, ni Navidades.

A un elemento así le da lo mismo que hayan descubierto vida en otros planetas o que los alienígenas hayan montado un coro para Fin de Año; cogerá una hormiguita en el desierto del Gobi o del Danakil y aún así, allí solo en la inmensidad con su insectito, dirá que se estresa.

El documental de la hormiguita me dejó un mal sabor de boca

El documental de la hormiguiña estaba completo, pero completo completo, joé, lo había organizado el experto mundial… pues ya te imaginas como sería. Sin embargo, el documental me dejó así como un mal sabor de boca.

Sí, me dejó frío, porque al final, el tal Wilson dijo que la hormiga era de la familia de los formícidos. Y eso, pues que me sentó mal, me pareció una desconsideración, una falta de sensibilidad.

Porque yo estudio durante treinta años el animalejo y no sé, o le doy mi apellido o lo adopto, ¿no? Hay tan poco corazón en el mundo…

Manuel Guisande