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Pronósticos apuntan a que 50% de los ticos serán obesos o tendrán sobrepeso en 2035; incremento anual es mayor en niños

María (nombre ficticio) tiene 14 años. Ella está en consulta con la nutricionista Karla Sandí entre otras cosas, por sus…

Por Sergio Arce

Tiempo de Lectura: 4 minutos
Pronósticos apuntan a que 50% de los ticos serán obesos o tendrán sobrepeso en 2035; incremento anual es mayor en niños
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María (nombre ficticio) tiene 14 años. Ella está en consulta con la nutricionista Karla Sandí entre otras cosas, por sus altos índices de triglicéridos (principales constituyentes de la grasa corporal).

Vindas comentó que ella debería tener un valor menor a los 150 para su edad, pero registra cerca de 400.

La especialista explicó que los altos niveles de triglicéridos en la sangre de cualquier persona podrían incrementar los riesgos de enfermedades cardíacas.

Pero también hay otros peligros asociados como la diabetes y hasta un ataque cerebral.

En síntesis: María tiene sobrepeso y está en control estricto para procurar mejorar sus indicadores y, en suma, su calidad de vida.

El caso de esta paciente refleja una realidad que se vive en Costa Rica y que fue refrendada en el más reciente Atlas Mundial de Obesidad, que se dio a conocer en marzo pasado.

Pero aún más grave es lo que se espera en los próximos años en el país de continuar con los actuales hábitos de comida y de vida.

Esto es sedentarismo, tabaquismo y exceso de alcohol, aunado con el estrés y las pocas horas de sueño, solo por mencionar algunos.


El IMC

Este documento recoge los datos de más de 180 países, en los que sus habitantes tienen un índice de masa corporal (IMC).

El IMC es un número que se calcula con base en el peso y la estatura de la persona.

Un IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso, mientras que uno igual o superior a 30 determina obesidad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).


Un reporte preocupante

A grandes rasgos las cifras son demoledoras: Costa Rica tendrá más de un 50% de su población con obesidad en el 2035; es decir, en cuestión de 12 años.

Este porcentaje es considerado por los especialistas que elaboraron el Atlas como “muy alto”. Y algo más: las mujeres son las que llevan la delantera.

El incremento anual entre adultos es de un 3,1%, pero es mayor entre los niños y adolescentes -como María-, ya que se acerca del 5% anual.

Hay un dato igualmente demoledor en el Atlas: el impacto económico de la obesidad en Costa Rica será de $3.000 millones para el 2035.

Esto a causa de circunstancias o enfermedades asociadas o causadas por el sobrepeso como muertes prematuras, ausentismo o gastos sanitarios.

El Atlas agrega que los problemas de obesidad y sobrepeso le costarán a la economía mundial más de $4 billones de ingresos potenciales si no se toman acciones.

¿Qué está pasando?

En entrevista con El Observador, Carla Torres, nutricionista de la Caja Costarricense de Seguro Social del Área de Salud de El Guarco, expuso varios hechos que coauduyan a esta peligrosa tendencia al alza en casos de obesidad en el país.

Ella explicó que existen hábitos de consumo más orientados a los productos más calóricos y procesados, con más sal y aditivos.

La nutricionista Sandí -del Centro Médico Metropolitano Viscaya-, por su parte, aportó otro factor no menos importante: la pandemia. Este periodo de tiempo (que comenzó en marzo del 2020) acentuó los problemas de sobrepeso.

El estilo de vida de la gente se hizo más sedentario pero, además, se dispararon los cuadros de depresión, estrés y ansiedad a causa de la incertidumbre.

Con ella coincidió Torres, quien ejemplificó que en su área de salud se dispararon los casos de personas con problemas nutricionales asociados a los trastornos de ansiedad.

“Al no haber control de lo que estaba pasando mucha gente canalizó sus temores y ansiedad con trancones de comida y más en las noches”, expuso.

En el caso de los menores de edad este fenómeno se vio aún más acentuado con la virtualidad de las lecciones: no había posibilidad de socializar con los compañeros ni de realizar actividad física.

Esta realidad queda expuesta en el Atlas Mundial de Obesidad: “El aumento de la prevalencia de la obesidad, que parece haberse producido especialmente entre los niños, puede resultar difícil de revertir.

“Esto sugiere que un efecto secundario de la gestión de la pandemia de covid-19 es un empeoramiento de la epidemia de obesidad”, indica el reporte.

Cambio de rumbo

Las dos especialistas coinciden en que la actual tendencia se convertirá en un problema mayor de salud pública.

Por eso hacen un llamado para que, desde las familias y en la medida de las posibilidades, haya ajustes o cambios en los estilos de vida.

Ellas abogan por fórmulas que no son un secreto: mejorar la alimentación con un mayor consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos.

También limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares así como realizar una actividad física.

La OMS es clara: si no hay cambios importantes en los comportamientos alimenticios y de vida, hay un mayor riesgo de:

  • prevalencia de enfermedades cardiovasculares (principalmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares)
  • diabetes
  • trastornos del aparato locomotor (en especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones muy discapacitante)
  • algunos cánceres (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon).

La OMS pone especial énfasis en los más pequeños de la casa:

“La obesidad infantil se asocia con una mayor probabilidad de obesidad, muerte prematura y discapacidad en la edad adulta.

“Sin embargo, además de estos mayores riesgos futuros, los niños obesos sufren dificultades respiratorias, mayor riesgo de fracturas e hipertensión, y presentan marcadores tempranos de enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y efectos psicológicos”, apuntó.