Tomás Gómez
Carlos Alvarado se presenta a sí mismo como el presidente que emprendió las acciones que el país rezagó por décadas, pero no siempre dice que detrás de las decisiones más duras estuvo la mano firme de Rocío Aguilar.
A los seis meses de ser Ministra de Hacienda, Aguilar logró lo que sus antecedores no pudieron: la aprobación del Plan Fiscal.
A partir de ahí se convirtió en uno de los rostros más visibles del Gabinete, con el que más de una vez dejó ver diferencias.
Antes del Ministerio
El currículum de Rocío Aguilar deja ver un ping pong entre el sector público y el privado.
Abogada y administradora de profesión, los números y el control dominan su experiencia. En la rama financiera trabajó para Banex, Bansol, Deloitte y Aldesa.
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Cuando pasó a la administración pública fungió como Secretaria de Concesiones del 2002 al 2005 y como Contralora General entre el 2005 y el 2012.
A principios del 2018 fue designada como Superintendente de Entidades Financieras, cargo que cambió a los pocos meses por el despacho ministerial en la avenida Segunda.
La hora de lo impostergable
El reto del Ministerio de Hacienda no era menor. La necesidad de nuevos impuestos estaba diagnósticada hace años y en esa misión fracasaron los gobiernos de Abel Pacheco y Laura Chinchilla.
En sus últimos meses, la administración de Luis Guillermo Solís presentó una iniciativa, pero con el cambio de Gobierno le tocó a la nueva Ministra encargarse de una bola que todos hubieran preferido patear.
Aguilar llegó entonces, con un texto sustitutivo el cual fue dictaminado por una comisión especial, y no más llegando al Plenario, se desató una de las huelgas más complejas de los últimos años.
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El país quedó en vilo por meses en los que se bloquearon calles, escaseó el combustible y se frenaron las exportaciones.
La afectación final fue valorada en ¢138.000 millones por el Banco Central, pero mientras tanto, los sindicatos seguían colapsando el país los diputados avanzaban con el debate del paquete fiscal.
Al final, 35 legisladores dieron su aval al texto en primer debate el 5 de octubre del 2018.
Tras una consulta a la Sala IV la iniciativa fue declarada constitucional y fue finalmente convertida en ley el 3 de diciembre con 34 votos.
La otra herencia
El Gobierno de Luis Guillermo Solís, y la gestión de Helio Fallas como Ministro de Hacienda, le dejaron a su sucesora también un hueco fiscal de ¢900.000 millones.
Antes de incumplir con organismos internacionales, Aguilar optó por pagar ¢182.000 millones que aún no habían sido autorizados por la Asamblea Legislativa.
El hecho le valió un proceso en la Contraloría, que, según trascendió la mañana del pasado miércoles 23 de octubre, implicaría una sanción de un mes sin goce salarial.
Pasado el plan fiscal
La falta de recursos llevó, incluso, que el país recurriera por primera vez en décadas a las letras del tesoro, un instrumento financiero que le dio a Aguilar la liquidez mínima para cerrar el año.
Con el problema, supuestamente solucionado gracias a los nuevos impuestos, Rocío Aguilar comenzó entonces una nueva lucha; ahora por defender el logro.
Cuando el país apenas se adaptaba a las nuevas reglas tributarias los diputados empezaron con propuestas de modificación, buscando prórrogas en su implementación o excenciones para municipalidades y negocios específicos.
Fiel a su estilo, Aguilar advirtió que si la reforma se seguía desmantelando sería necesaria otra normativa similar.
Aguilar versus el Gabinete
En medio de un “Gobierno de Unidad Nacional”, las ideas de Rocío Aguilar sonaron disonantes más de una vez.
Cuando el Poder Ejecutivo pactó con los sindicatos de la Caja Costarricense del Seguro Social para mantenerles sus privilegios a cambio de levantar una huelga Aguilar fustigó el pacto.
El hecho le valió una llamada de atención presidencial para “que el panal quedara en paz”.
Un nuevo enfrentamiento se dio en las últimas semanas cuando Hacienda pidió reservar ¢70.000 millones del presupuesto de las universidades estatales para gastos de capital.
Aunque así lo firmaron los rectores en la negociación de los recursos, comenzó una disputa que generó bloqueos y toma de edificios y sedes universitarias.
El martes 22 de octubre una marcha de estudiantes y empleados se dirigió a Casa Presidencial para quejarse por el movimiento de recursos.
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El Gobierno accedió a recibir a los manifestantes junto a los ministros de la Presidencia y de Educación.
Inmediatamente, surgieron las dudas sobre la ausencia de Hacienda en la mesa.
Ante esas dudas, Zapote se decantó por indicar que la solución no pasaba por ella y desechó la iniciativa de la modificación presupuestaria, alegando que violaba la autonomía universitaria.
Aunque una vez más se dejaba sin respaldo a Aguilar, Casa Presidencial volvía a señarla como una ficha fundamental.
Su trabajo era muy valioso y respetado, dijo el Ministro de la Presidencia Víctor Morales, sobre la dama de hierro que intentó domar las finanzas hasta el 23 de octubre pasado, el miércoles en que renunció a su cargo.
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