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A veces hay que navegar sin los ojos

Silvia Solano para El Observador Mazunte, es una novela escrita por el costarricense Daniel Quirós y publicada en el año…

Por Desde la Columna

Tiempo de Lectura: 2 minutos
A veces hay que navegar sin los ojos
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Silvia Solano para El Observador

Mazunte, es una novela escrita por el costarricense Daniel Quirós y publicada en el año 2015.

Junto a la voz de Julio, su personaje principal, el escritor nos permite adentrarnos en un viaje matizado por una interesante crítica de los estereotipos de nuestra sociedad tica, las complicadas relaciones familiares y fraternales. Bien lo ejemplifica en esta frase el autor, “Probablemente solo quería hacerme sentir ese rencor rezagado de ella: su arma favorita.”

“Después solo la lluvia. Tanta lluvia, pensé, tanta lluvia” es una de las frases que Julio menciona durante su viaje a Mazunte, México. Este un relato que nos llega desde dos vertientes que se suceden en momentos distintos, que el autor mezcla además entre dos mundos: el onírico y el real. Los capítulos pares se desarrollan en México, y los impares suceden en Costa Rica.

La genialidad y profundidad de la historia narrada desde un lenguaje coloquial, hace que su lectura sea fluida. Nos mantiene a la espera de un desenlace que nos vuelva a tierra. Un claro ejemplo es cuando Julio nos dice en el libro: “Pensaba haber borrado ese olorcito de mi vida, pero las memorias siempre eran así: cabronas y obsesionadas con nunca dejarlo a uno ir.”

Vemos en el libro la evolución emocional que Julio experimenta, revelándonos así un profundo amor fraternal hacia Mariana; su hermana que ha desaparecido. Pasando de una severa indiferencia a una aceptación familiar. Él describe así su relación: “Tal vez era la única manera en que nos lográbamos comunicar: por medio de las palabras de otros”

Es una novela verdaderamente cautivadora. “¿Cómo se puede existir sin los espejos de los otros?”, cuestiona Mariana en una de sus cartas. Ella es el personaje indispensable del libro. Nos permite comprender que la apuesta correcta no es a un mundo material y superficial, sino más bien uno más humano, conectado a lo esencial y devuelto a las raíces.

Lo comparte Mariana así en una de sus cartas: “No hay utopías en la vida, Julio. Tal vez eso es lo que uno va aprendiendo en verdad: cómo dejarlas ir.”

Es una novela corta pero llega profundamente. Se comienza a leer y es casi imposible detenerse. Es más, mi recomendación personal es no detenerse. Continuar con el hilo hasta llegar a la última frase.

“A veces hay que navegar sin los ojos, me dijo. Eso fue todo” – Mazunte, D. Quirós

Silvia Solano,  es amante de la literatura, los viajes y las buenas historias. Blog: https://silabril.wordpress.com