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Entre saltos y lágrimas, pero con estrictos protocolos, reciben a pasajeros provenientes de Alemania

A las 5:43 p.m. de este miércoles arribó el segundo vuelo comercial a Costa Rica, luego de cinco días de…

Por Paula Umaña

Tiempo de Lectura: 4 minutos
Entre saltos y lágrimas, pero con estrictos protocolos, reciben a pasajeros provenientes de Alemania
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A las 5:43 p.m. de este miércoles arribó el segundo vuelo comercial a Costa Rica, luego de cinco días de apertura de las fronteras terrestres. Con más de 200 pasajeros, incluyendo la tripulación, llegó a territorio nacional la unidad de Lufthansa proveniente de Alemania.

Gran parte de las personas que venían en el vuelo son costarricenses o extranjeros con familia en el país, que largo de ‘turistear’, aprovecharon la apertura para visitar a sus allegados a quienes tenían meses de no ver.

El recibimiento de los pasajeros se dio bajo estrictos protocolos y en áreas establecidas por las autoridades del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, sin dejar de lado las emocionantes imágenes de los familiares al ver la llegada de los viajantes.

Entre lágrimas, saltos, globos y abrazos muy rápidos – el protocolo no permite este tipo de acciones -; así se reciben a los ticos y extranjeros que arriban al país.

Pese a que solo era un vuelo, la salida de los turistas duró alrededor de dos horas. (Paula Umaña/El Observador)

Una de las que llegó al país este miércoles fue la israelí Lynn Segev, de 15 años, y fue recibida a saltos por su madre Noa Segevv. La joven quedó atrapada en Israel desde enero, donde se encontraba visitando a sus abuelos.

“Me cancelaron el vuelo cuatro veces, esta ya era la quinta vez (..) estuve más de seis meses. El viaje estuvo muy largo, difícil”, contó la joven visiblemente cansada.

“Quedó atrapada por el demonio COVID y ahora sí pudo volver. Por lo menos estaba con abuelos que la chinearon un montón”, dice entre risas de regocijo su madre, mientras caminaban al carro para, al fin, ir a descansar.

Ticos con aislamiento a pesar de prueba

El tico Johan Orozco fue otro que aprovechó uno de los primeros vuelos permitidos al país, para visitar a su familia.

Orozco reside en Berlín desde hace 20 años donde. Trabaja en la capital alemana en una empresa de alimentos y tenía un vuelo para junio, que debió mover varias veces.

“Tenía planeado desde diciembre venir en junio, pero por la pandemia me cancelaron el vuelo y cada dos semanas lo iban moviendo. Me da mucho alivio haber llegado, aquí me quedo dos meses”, contó.

Al llegar a suelo nacional, y pese a contar con la prueba negativa de COVID-19, recibió la orden sanitaria para guardar cuarentena durante 14 días.

Johan Orozco recibió la orden de aislamiento a su llegada al Aeropuerto Internacional Juan Santamaría a pesar de contar con una prueba negativa de COVID-19 (Paula Umaña/El Observador)

“Me parece súper ilógico, no entiendo porque a los turistas que hacen la prueba…ellos no tienen que hacer cuarentena y nosotros sí”, comentó.

Otra de las pasajeras del vuelo de esta noche fue Margaux Brulard, una francesa que viajó a Alemania y de allí al país para visitar a su familia en Limón. Se irá esta misma noche a la costa caribeña.

“Vengo porque quería ver a mi familia, estoy de vacaciones en Francia”, contó la francesa.

Brulard aseguró que, aunque cansado, el viaje estuvo bien respecto a las medidas de seguridad por el COVID-19. Eso sí, aseguró que el precio de los seguros le parece excesivo. Debió pagar $300 dólares por tres semanas de estancia.

La francesa no planea realizar turismo dentro de Costa Rica. Solo visitará a su familia a la que tenía seis meses de no ver.

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Eterna espera

Sandra Garro es una de las que esperó desde temprano a su hija Gisella, en las estrictas filas con distanciamiento exigidas por los oficiales del Juan Santamaría. La espera, mientras salían los viajeros del aeropuerto, se hizo eterna y se notó en la emoción de la madre.

Según Garro la pandemia y el cierre de fronteras atrapó a su hija en Turquía donde se encontraba por trabajo, y pese a que hizo el intento de regresar, fue hasta este miércoles que lo logró.

Tenía seis meses de no verla y pese a conversar siempre con ella por los diversos medios tecnológicos, la emoción la embarga al ya tener a su hija en territorio nacional.

“No sé ni lo que siento, la emoción es muy grande. Siempre me comunicaba con ella y eso me ha ayudado mucho”, comentó Garro mientras esperaba la salida de los pasajeros provenientes de Frankfurt.

El aeropuerto más importante del país ya aumenta la actividad y movimiento. (Paula Umaña/El Observador)