Mariana Mena
Costa Rica es reconocida a nivel mundial por su diversidad en flora y fauna; sin embargo, no hay ninguna ley o decreto que establezca responsabilidades para garantizar los pasos de animales por las carreteras.
“Todas las medidas que se han hecho en pro de la fauna es por iniciativa institucional. Puede ser una falta de interés político, porque ninguna ley nos obliga a implementar medidas en los nuevos proyectos de construcción”.
Así de enfática fue la ambientalista Andrea Ávila, encargada del Proyecto de Infraestructura de Transportes del Ministerio de Obras Públicas (MOPT).
Este tema cobra especial relevancia después de que se registraran varios casos de animales, como jaguares o monos, atropellados en vías nacionales.
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“Acá en Costa Rica vemos una institución como la Lanamme: ellos hacen una recomendación, pero nadie le hace caso porque no están bajo la ley”, espetó.
“Le puedo mostrar muchos estudios del impacto a las diferentes especies. Pero sin ley no se hace mucho y urge avanzar en este tema”, explicó Joel Saénz, director del Instituto Internacional de Conservación y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional (UNA).
Hace tan solo 12 años se comenzó a tomar en cuenta la necesidad de construir pasos que garanticen la vida de las especies silvestres.
“Con un marco legal podemos unificar esfuerzos institucionales. Por ejemplo, el Sinac, MOPT y universidades, porque hay interés de muchas instituciones y las ONG. Pero al no haber un norte cada uno hace su esfuerzo por separado”, reconoció la ambientalista del ministerio.
Esta falta de acción política ha generado que autopistas crucen áreas protegidas y los encargados de velar por el bienestar animal apuesten por la buena voluntad de los usuarios.
“Todas las medidas que implementamos en los nuevos proyectos busca disminuir el impacto. unca se va a poder eliminar del todo, y queda un tema social muy fuerte que es la decisión del usuario, el respeto a la señalización y seguridad vial”, agregó la funcionaria.
Fuera de Costa Rica
En Europa, Estados Unidos y Canadá se aplica una norma que señala: toda construcción, ampliación, modificación o arreglo de carretera debe tener el visto bueno de un experto sobre el impacto en la fauna.
“Esta norma que se aplica en países de Europa y América es muy importante, porque el equipo constructor debe tener un ecólogo del camino. Estos son expertos en medir los impactos sobre la vida silvestre y lo que ellos recomiendan es voz y voto”, explicó Saénz.
De acuerdo con los expertos, el interés del Gobierno y la Asamblea Legislativa marcaría una diferencia real en la toma de decisiones que protejan a los animales y permita un crecimiento vial, pero de la mano con la protección de la fauna silvestre.
Casos recientes, dolorosos
Varios animales han perdido la vida cuando han intentado cruzar las carreteras. También hay otros que han resultado severamente heridos.
Un mono carablanca fue rescatado días atrás luego de ser atropellado en Guanacaste.
De acuerdo con el reporte el hecho ocurrió luego de que un vehículo estuviera haciendo maniobras indebidas en la carretera, que incluían un exceso en la velocidad.
El Área de Conservación de Guanacaste (ACG) es directo: “El exceso de velocidad está matando nuestra fauna silvestre. Reduzcamos la velocidad en carretera”.
La semana pasada, el ACG informó sobre el hallazgo en carretera de un jaguar adulto víctima de atropello.
“En la zona del Área de Conservación de Guanacaste hay aproximadamente 130 jaguares, es el lugar que tienen la población más abundante del país (…)
“Uno de los grandes problemas que tienen el Parque Nacional Guanacaste y Santa Rosa es que en medio de ellos cruza la carretera Interamericana.
“Allí hay gran paso de vehículos y a alta velocidad”, explicó Víctor Montalvo, del Instituto Internacional de Conservación y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional.
Anteriormente, un puma adulto murió atropellado en la autopista Bernardo Soto, a la altura de Grecia.
Entretanto, una manigordo de tan solo cuatro meses y medio fue rescatada tras sufrir un atropello en una plantación de caña en Quebrada Azul de Florencia, San Carlos.
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