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Hablemos de realidades: ¿a quiénes beneficia la salvaguardia de azúcar?

Christian Ocampo Vargas. Director Ejecutivo de FEDECAÑA  Resulta intrigante que personas de pensamiento liberal, muchos de ellos autoproclamados “eruditos” en economía…

Por Desde la Columna

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Hablemos de realidades: ¿a quiénes beneficia la salvaguardia de azúcar?
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Christian Ocampo Vargas. Director Ejecutivo de FEDECAÑA 

Resulta intrigante que personas de pensamiento liberal, muchos de ellos autoproclamados “eruditos” en economía o incluso política, que defienden a ultranza unos cuantos importadores.

Casi de forma irracional, perdiendo absoluta objetividad, no toman en cuenta la realidad de los sectores agropecuarios nacionales, cuando acuden a falacias para atacar medidas legítimas de defensa comercial, calificándolas como “proteccionismo” desmedido, sin tener conocimiento, al menos somero, del daño real causado y el trasfondo real de la medida. 

En el caso del sector cañero, existe una cruda verdad: desde que iniciaron las importaciones de azúcar, en noviembre del año 2014, han salido de la actividad 3,100 productores de la actividad. Eso representa una pérdida de empleo directo cercana a los 8,000 trabajos. 

El sector está compuesto actualmente por 6.616 productores. Más del 95% pequeños y medianos, con parcelas que rondas las 6,7 hectáreas. En la zona de Turrialba y Jiménez se tienen registrados 451 productores, en el Valle Central (Grecia, Naranjo, San Ramón, Poás), 1.000 productores. En en San Carlos y los Chiles, 1.148 productores, en Guanacaste 1.115 productores, y en el Pacífico Central, 53 productores.

Del total inscrito, 2.400 son mujeres, muchas de ellas jefas de hogar. Todos ellos entregan su caña en 11 ingenios (dos de ellos cooperativos), siendo verdaderos motores de la economía costarricense y garantizando la producción que el país tanto requiere. 

En Costa Rica se cultivan cerca de 62.000 hectáreas de caña. La actividad se desarrolla en 25 cantones y 114 distritos del país. Genera una gran cantidad de empleos, directos e indirectos (aproximadamente 60.000), por ser una de las principales actividades agrícolas del país. Muchos de los distritos en los que se cultiva la caña de azúcar, son zonas socioeconómicamente deprimidas, con altos índices de desempleo, y sin otras alternativas. 

Desplaza producción nacional

Desde que iniciaron las importaciones en el año 2014, han ingresado al país más de un millón de bultos de azúcar (50.000 T.M.). Representan, aproximadamente y como ejemplo, la producción anual de las dos cooperativas que aún muelen caña: CoopeVictoria y Coopeagri El General.

Sólo el último año, con datos al mes de octubre, ingresaron al país más de 19.000 toneladas métricas de azúcar, que equivalen a sustituir la producción de casi 2.400 hectáreas de caña.

Es como si tomáramos el azúcar producido a partir de las entregas de caña de los 2.849 pequeños y medianos productores de la Zona Sur del país, y tuviéramos que destinarla a los mercados de exportación, como azúcar crudo, no apto para el consumo humano, a precios muy inferiores de sus costos reales de producción. 

Ello ha ocasionado una caída en el precio de liquidación que reciben los productores y los ingenios, pese a que los costos de producción siguen aumentando. Y es que resulta preciso recordarles a estos enemigos de la producción nacional, que por disposición expresa de la Ley N°7818, Ley Orgánica de la Agricultura e Industria de la Caña de Azúcar, del valor neto de liquidación por el azúcar que comercializa LAICA, al productor le corresponde el 62.5%., por lo que, claramente, al disminuir la liquidación, quien más se ve perjudicado es el pequeño y mediano productor. 

Protege empleos rurales

La medida de salvaguardia de azúcar que se adoptó, protege empleos rurales, protege el sustento de familias reales, con nombres y apellidos, protege riqueza, protege soberanía alimentaria. Es una burda mentira quienes afirman que se está aplicando “proteccionismo” para unos pocos, para figuras políticas, o que no exista la amenaza real y latente de acabar con toda una agroindustria y dejar sin sustento a miles de familias costarricenses. 

Olvidémonos de los discursos románticos y malintencionados que enarbolan los defensores de estos pocos importadores, bajo el argumento falaz de la defensa del consumidor.

El consumidor no se ha visto beneficiado con las importaciones de azúcar. En el expediente de la salvaguardia consta un monitoreo de precios que realizó el Ministerio de Economía, Industria y Comercio, llegando a la siguiente conclusión: 

“…se llega a la conclusión de que el aumento en las importaciones de azúcar no ha venido a repercutir positivamente en el precio al consumidor final” y complementa diciendo la investigación: “…no existe impacto efectivo en cuanto al precio para el consumidor, dado que el producto extranjero resulta un 2% más caro que el producto nacional”. 

Además, el sector azucarero costarricense ha dicho, reiteradamente, que la medida de salvaguardia no va a acarrear, como consecuencia, un incremento en el precio del azúcar nacional al consumidor. 

El arancel incremental que se aprobó es del 27.68%, adicional al arancel vigente en Costa Rica, que es de un 45%. Arancel que se degrada en un periodo de 3 años, a razón de un 9.23%. Países pertenecientes a la OCDE, por ejemplo, aplican un arancel para el azúcar que ronda el 190%. México y USA un 150%, aproximadamente.

OCDE

El promedio arancelario del azúcar en la OCDE es de un 140%, muy superior al 45% de arancel en Costa Rica. Nuestro país produce cerca de 420.000 toneladas métricas de azúcar al año, mientras que Brasil (principal origen de las importaciones), produce un estimado de 38 millones de toneladas métricas al año, siendo el mayor productor mundial. Las asimetrías son enormes y el riesgo de acabar con todo un sector, es palpable. 

Los productores de caña son verdaderos, diseminados en todo el país. Muchas familias dependen de su esfuerzo cotidiano. No hay otras fuentes de empleo rural. El país no puede darse el lujo de simplemente perderlos. ¿A qué se van a dedicar? ¿Queremos que vayan a engrosar los anillos de pobreza del Gran Área Metropolitana? ¿Qué hará Costa Rica con 62,000 hectáreas de terreno ociosas? ¿Podemos garantizar que el consumir tendrá mejores precios, si únicamente dependemos de las importaciones? ¿Podemos garantizar que los costarricenses tendrán en su mesa, en todo momento, el azúcar que necesitan, como sí lo han hecho los productores nacionales por más de 80 años?

Hablemos con seriedad, señores “eruditos”. Es la comida de miles de familias lo que está en juego. Hablemos con datos en manos, no con populismo barato. Hablemos de realidades y a quiénes realmente beneficia la salvaguardia de azúcar. Yo lo tengo muy claro: al pequeño y mediano productor. ¿Ustedes? 

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