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Hay que gente que debería vivir para siempre en una incubadora XXXL

Manuel Guisande para El Observador Que conste que es un tema que he estudiado desde el siglo II A.C., vamos…

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Hay que gente que debería vivir para siempre en una incubadora XXXL
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Manuel Guisande

Manuel Guisande para El Observador

Que conste que es un tema que he estudiado desde el siglo II A.C., vamos que no fue ayer el asunto y, tras diversas investigaciones, he llegado a la conclusión que los hospitales maternos infantiles debería tener incubadoras tamaño XXXL.

Esto para que haya gente que desde que nace pueda vivir en ellas tranquilamente, y nosotros más.

Pero no vivir un año o dos, no, toda su vida, e incluso adaptarlas por si el día de mañana tienen que andar con muletas, con tal de que no salgan a la calle… lo que sea.

Hay gente muy pero que muy pesadita

Yo no sé si te pasa a ti, pero a mí últimamente no hay tío que al tomar una simple tapita de ná diga: “A mí es que la sal…”, “yo con el picante…”, “es que el médico me dijo que la cebolla…”.

Yo cuando oigo eso, lo primero que pienso es qué pena que el facultativo que lo atendió no le dijera que ni se le ocurriera beber agua y se ahogara… cuántas amarguras nos evitaría.

Pero como no es así, me dan unas ganas, pero unas ganas de sacar de fonendoscopio, escuchar los latidos de su corazón, y en un arrebato estrangularlo con los cordoncillos esos que llegan casi hasta las orejas… ¡joé, qué placer!

Estoy llegando a la conclusión de que hay personas que realmente no son personas.

Porque una persona, un ser humano entendido como tal, pues sí, que si no puede tomar picante no se va a arrear una ración de pulpo con cuatro kilos de pimentón o una de gambas al ajillo con cuarto y mitad de guindillas, no; pero una tapita…

Como el personal quiere ser inmortal...

Desconozco si el personal quiere vivir 400 años, ha hecho una promesa divina, se le va la jupa o nunca la tuvo, que me da que por ahí van los tiros.

Pero no hay reunión en el que no haya un par de elementos como salidos de un quirófano, una asepsia… “yo, pescadito blanco, nada más”.

Claro que el problema ya no es el “pescadito blanco, nada más”, que el que lo pide mira al camarero con cara de “soy especial· y todo el restaurante, incluso los de la terraza, aunque no le vean, piensan “tío antipático…”.

Lo peor es cuando después de no parar de hablarte de sus alergias, de hospitales, de médicos y analíticas, te comenta: “pues a ver si un día quedamos para comer”.

Y al oír eso te dices: “a que este cara de merluza (pez) va a pensar que lo que me encantan son las gasas o los esparadrapos…”.

De verdad, hay algunos que una incubadora XXXL les venía…

 

Manuel Guisande