Sergio Arce
La Ley de Bienestar de los Animales y el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) tienen escaso margen para actuar contra el hombre que el fin de semana pasado soltó a un par de Stafford Shire Terrier, en Golfito, para que atacaran a otro perro.
Un video que grabó el hombre, de 20 años, en la plaza de deportes de La Polilla, captó cuando suelta a los animales para que persigan al otro perro, que viene caminando por la calle.
De acuerdo con Fuerza Pública, el sujeto estaba de visita en la casa de su mamá, quien es la dueña de los animales. Los dos perros sí lograron atacar al otro animal, pero logró sobrevivir.
La mascota fue llevada a un servicio veterinario y su dueña exigió el pago de los gastos médicos. La propietaria de los dos Stafford Shire Terrier accedió a costear las erogaciones.
Este lunes el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) inició una pesquisa de oficio sobre lo sucedido, informó la entidad ante consulta de este medio. Hasta el momento no hay personas detenidas.
Limitada acción legal
Iliana Céspedes, coordinadora del Programa de Bienestar Animal de Especies de Compañía de Senasa, explicó que en este caso la ley -vigente desde el 2017- “se queda corta” para atender casos como el de Golfito.
Y es básicamente por una razón: el ataque se dio entre animales y la legislación no establece ninguna acción penal en este caso.
Esto porque la Ley de Bienestar de los Animales no lo contempla dentro de los delitos tipificados como crueldad o descuido animal, indicó el abogado penalista Eduardo Blanco.
El marco legal únicamente castiga -en el caso de crueldad- con pena de prisión de tres meses a un año a quien directamente ataque a un animal.
Cuando se trata de descuido con animales, la legislación en el artículo 130 Bis del Código Penal establece: “la pena será de tres a seis meses de prisión para quien azuzare o soltare un animal peligroso con evidente descuido”.
En este último caso, tanto Blanco como Céspedes coinciden en apuntar que solo aplica alguna acción penal cuando la víctima de ese ataque es una persona.
“Esta una falencia en la que estamos trabajando para que se pueda corregir. No es justo que las sanciones sean solo administrativas y civiles”, expresó Céspedes a este medio.
“Es un vacío que hay en nuestra legislación”, agregó el abogado penalista.
Datos aportados por Senasa dan cuenta de casos de ataques de un animal contra otro en Costa Rica:
- 2021: 370 casos
- 2022: 306 casos
- 2023: 163 casos (corte a agosto)
Otro de estos casos ocurrió el año pasado en San José. Ante la gravedad de las heridas (el animalito tenía casi desprendido el cuello) y por recomendación del centro médico se procedió a descansar al perro.
Senasa registró el ataque severo contra un animal de la calle. Al final se durmió ante la gravedad de las lesiones (Cortesía).
¿Qué se puede hacer?
Ante la imposibilidad de acceder a la vía penal, Céspedes y Blanco recomiendan a los dueños de mascotas que son atacadas por otras que sí tienen dueños, a que eleven la denuncia ante Senasa.
Incluso, si usted es testigo del ataque de un perro o gato contra otro animal de la calle, también puede hacer la denuncia.
Solo siga estos pasos:
- Debe acceder al sitio de Senasa y descargue un formulario.
- Puede acudir a alguna de las oficinas y presentarlo físicamente debidamente firmado.
- También puede enviarlo a ese sitio web con su firma digital.
Senasa puede actuar en dos vías: cuando las lesiones no son graves y no hay dolo (del dueño) y cuando las acciones del propietario son dolosos y las consecuencias son muy graves o hasta mortales.
Céspedes hace un llamado a los propietarios de animales para que practiquen la tenencia responsable de animales. Esto pasa por respetar los reglamentos establecidos para la convivencia de animales con personas dentro de una propiedad como fuera de esta.
Lo último que se busca -agregó- es desarraigar al animal de su ambiente, salvo que se compruebe que está en condiciones deplorables.
A la fecha Senasa ha decomisado entre 28 y 35 animales, principalmente perros y gatos, que se encuentran en albergues u hogares de cuido, a la espera de que alguien desee adoptarlos.
