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Lo de las rebajas es muy, pero que muy raro

Cuando entro en unos grandes almacenes y veo que en la etiqueta de, por ejemplo, un pantalón, pone “antes $14, ahora $10″… todo pasa por mi mente.

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Tiempo de Lectura: 3 minutos
Lo de las rebajas es muy,  pero que muy raro
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Manuel Guisande

Manuel Guisande para El Observador

Mira, te cuento: yo la alegría que tiene el personal con las rebajas en la época seca no la entiendo mucho. Bueno, la pillo en un primer momento, que hasta ahí llego, pero solo dura tres segundos. Ya después, cuando recapacitas… pues como que no.

Cuando entro en unos grandes almacenes y veo que en la etiqueta de, por ejemplo, un pantalón, pone “antes $14, ahora $10”.

Me dan ganas de ir corriendo al responsable de la planta y decirle: “mire, buen hombre, yo de economía sé lo justo, pero sé que aquí pone $10, y con $10 ustedes ganan un porcentaje, entonces… ¿cuánto me robaban cuando estaba a catorce?”.

El corbatas

Y acto seguido, porque si no hay acto seguido para qué vas a hablar con el corbatas de turno, preguntarle: “me podría decir cuándo acaban las rebajas; es decir, ¿cuándo se cansan de robarme y cuánto, para ir mentalizándome?”.

Y, claro, yo me siento raro, porque entre las miles de personas que están comprando a mi alrededor todas están supercontentas, con una sonrisa de oreja a oreja.

Entonces y yo sigo dándole vueltas y más vueltas y hasta cavilo en lo que me habrán robado en invierno cuando se me ocurrió comprar un jersey que no necesitaba.

Y cuando me sucede esto, pues como que el mundo se detiene, veo a la gente a toda velocidad yendo de un lado a otro, de estantería en estantería, cogiendo cosas y más cosas, con las perchas que a punto están de clavártelas en un ojo y oyendo frases como “pues ayer que fue el primer día de rebajas, llegué a la seis de la mañana porque abrían a las ocho”.

Atrincherarme en los probadores

Es que esto de levantarse pronto, estar varias horas esperando para que te roben… pues que me supera; pero es que, además, este pensamiento que siempre me viene cuando llegan las rebajas, no es solo de un momento, de un instante.

No, me persigue prácticamente toda la época seca porque al cabo de 10 días… en el mismo comercio, a la misma hora y el mismo pantalón lo han bajado a seis, con lo cual (como siguen ganando) me da una ganas de entrar ya a sacopaco con una magnum del 75, atrincherarme en los probadores y esperar al corbatas.

Y a las dos semanas, en la tienda un letrero que ocupa casi toda la calle, y a mí que se me saltan los ojos y que cuatro cócteles molotov hasta me parecen pocos: “¡¡Terceras rebajaaaaasss!!!, ¡¡¡oportunidades!!!” y el condenado pantalón que está ¡¡¡a ochoooooo dólaresssss, solo a ochoooo!!!

Total, que esto que empieza principio de la época seca; pues ya comenzando la de lluvias, el pantalón de marras va por seis dólares, y para no desquiciarme, pues decido no volver a pensar.

Pero… no puedo, unas ganas de entrar con una mágnum, cinco pares de cócteles molotov y una docena de granadas… pues que, como arsenal, hasta me parece poco.

Manuel Guisande