Salud

Pandemia agravó la salud mental de los costarricenses y médicos no dan a basto con la atención

El tema de Salud Mental no es nuevo pero hace tres años tuvo un punto de quiebre clave. Aunque el…

Por Tomás Gómez

Tiempo de Lectura: 6 minutos
Pandemia agravó la salud mental de los costarricenses y médicos no dan a basto con la atención
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El tema de Salud Mental no es nuevo pero hace tres años tuvo un punto de quiebre clave. Aunque el covid era una enfermedad respiratoria, las medidas de prevención impactaron directamente la mente de las personas que de un día para otro quedaron encerradas y con las más diversas preocupaciones.

A finales del 2020 un estudio del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) de la UCR halló efectos como ansiedad muy elevada, problemas de concentración y para dormir; problemas depresivos, sensación de soledad, mucha preocupación por el futuro, mucha incertidumbre. 

“Aunque usted no lo crea las preocupaciones por morirse no eran tantas, cómo por la incertidumbre del futuro o incluso de poder perder familiares”, explicó Ana Jurado, experta del estudio.

Para finales del año pasado se repitió la medición para ver cuáles fueron los efectos con el paso del tiempo. ¿Los resultados? Que la situación se agravó.

“La gente no estaba mejor después de dos años que de que se tomaron las primeras medidas. Los problemas ya se estaban volviendo problemas preocupantes”, destaca la experta.

Lo que sí varió fue que al inicio de la crisis las principales presiones estaban sobre todo en las zonas costeras donde la caída del turismo fracturó la economía. Ahora, la nube cubre todo el país.

Eso sí, hay factores comunes entre las personas más afectadas: las mujeres y las personas con baja escolaridad siguen llevando la peor parte.

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La última visita de la Relatora de la ONU para los temas de salud hizo énfasis en la Salud Mental como una de las áreas donde Costa Rica necesita hacer mejoras (Alonso Solano/El Observador)

Aún convalecientes

Ingrid Arias, del Colegio de Profesionales en Psicología, también menciona factores de la pandemia como aislamiento, duelo no elaborado o pérdida de estabilidad económico-laboral que aún pasan factura a la salud mental del país.

“Todavía está en ese proceso. Producto de la pandemia pudieron quedan rezagos muy significativos a nivel de estrés, ansiedad, algunos casos de depresión”, detalla.

En su análisis aclara que es complicado hablar de grupos que sufrieron más o menos. Desde cada caso, expone, hay elementos como redes de apoyo, privilegios de acceso a salud, medicamentos; alimentación y hasta recreación que marcaron el recuerdo que se tendrá de la pandemia.

Esa época, sin embargo dejó herencia en grupos como los menores, a los que la doctora identifica características particulares.

“En niños y adolescentes lo que más se ha manifestado a lo largo de estos últimos años ha sido ansiedad, especialmente a la hora de retornar a las aulas. Muchos chicos del kínder cuando entraron a la escuela no sabían con qué compañeritos estaban ni cómo relacionarse. Igual los chicos que pasaron de la escuela al colegio”, sostiene.

Salud Mental = emergencia nacional

Desde la óptica de Psiquiatría, el pronóstico de la Salud Mental es reservado.

El Presidente de la Asociación Costarricense de Psiquiatría, Francisco Gólcher, es directo al apuntar que “la Salud Mental de Costa Rica está en crisis” y con un panorama que tiene a complicarse.

“Los trastornos mentales y de comportamiento van en alzada. Cada vez es peor la violencia social está desbordada y eso conlleva a también trastornos emocionales, psicológicos, trastornos mentales, que también tenemos que estar atendiendo”, advierte.

A ello suma que si ya de por sí el tema estaba abandonado por años, la pandemia trajo un agravamiento en su abordaje que seguirá resintiéndose. Por ejemplo, recuerda como el Hospital Psiquiátrico se convirtió en uno de los centros para tratar el covid; impactando con ello la disponibilidad de espacios y retrasando la formación de especialistas.

El experto suma otros desafíos para atender la Salud Mental que también tienen que ver con la logística del sector salud; a lo que se suma la disponibilidad de recursos humanos.

Aduce por ejemplo que en los últimos 5 años han renunciado más de 26 psiquiatras al Seguro Social. Los quedan, además de sus problemas, tienen plazos de trabajo que rozan con las particularidades de esta rama médica.

“Usted no puede atender a una persona de manera óptima si a usted le dicen que tiene que verlo en 15 minutos, eso no da con costos para saludar a la persona y ver cómo está. Todo lo que es la historia clínica, el abordaje no se puede hacer en 15 minutos en pacientes de seguimiento y en 30 minutos en pacientes de primera vez”, reprocha.

“La atención de la Salud Mental no es igual a un infarto, no es igual a un accidente cerebrovascular, no es igual a una fractura. En la atención primero se requiere establecer una empatía con la persona porque vamos a entrar en su vida privada”, prosigue.

¿Menos miedo, menos espacios?

Con el escenario más complicado y con las personas accediendo a buscar ayuda, la nueva interrogante es si hay un cambio de paradigma en cuanto a la salud mental.

Ahí los expertos analizan la situación en dos vías. Si bien hay más interés, este choca con el reto de la falta de espacios.

“Todavía hay un estigma bastante importante. Sin embargo, sí se pudo notar durante la declaratoria de la pandemia y hasta la fecha, un aumento en el interés y en la divulgación de información relacionada con salud mental”, aporta la doctora Ingrid Arias.

“Yo no le puedo decir a usted que la gente sigue teniendo de forma generalizada esa creencia de que ir al psicológo es malo o que la salud mental no son temas importantes, en realidad lo que nosotras hemos visto sí también por la pandemia es una agudización de problemas que ya existían y una mayor cantidad de población afectada con problemas de Salud Mental”, suma la doctora Jurado.

“No damos a basto para poder atender la fuerte demanda de servicios de atención psicológica y de atención psiquiátrica. En mi experiencia profesional clínica la población sí que está buscando los servicios de psicología”, sigue.

Golcher coincide y recalca que ya hasta en el ámbito privado hay listas de espera.

“En términos de salud mental persiste el estigma y la discriminación. Eso es algo que no se ha eliminado por completo; pero cada vez estamos viendo que hay mayor número de personas que están acudiendo a los servicios públicos de salud mental y psiquiatría”, dice.

En un mundo ideal, todo el acompañamiento debería darse desde los primeros niveles de atención (EBAIS). Para ello se necesitaría un elenco profesional más amplio donde Golcher incluye no solo a su gremio sino también profesionales en psicología clínica, trabajado social, terapia ocupacional y enfermería capacitada.

Durante la pandemia el Hospital Nacional Psiquiátrico se convirtió en un centro de atención de covid y ahora los expertos piden poner al día el impacto que esto tuvo (CCSS)

 

Un paso clave: la Ley de Salud Mental

Aunque los temas de salud cuentan con su propio sustento técnico y profesional, el país acumuló por años la falencia de una ley que ordenara los aspectos generales y las diferentes necesidades que hay.

Fue hasta el 2021 que la entonces diputada Paola Vega llevó a la mesa un proyecto que incluye un abordaje integral.

Este introduce la participación de la psiquiatría con otras disciplinas que van hasta la terapia física o la nutrición; lo que sumado a insumos de atención temprana, cultura y deporte se une para que se genere una política pública integral sobre el tema.

Su concepción buscaba reconocerle los Derechos Humanos al paciente, de manera que no se de la imposición. También, se contempla el círculo de la persona, pues las familias también tienen su escenario cuando una persona tiene un problema de está índole.

“La Ley de Salud Mental lo primero que hace es visibilizar el tema, visibilizar el concepto de salud de una manera amplia entendiendo que una persona goza de salud en el momento en que tanto su salud física cómo su salud mental es adecuada”, defiende.

Según Vega, el proceso topó también con resistencias. Primero dentro del gremio médico hubo roces por sectores que tenían muy marcadas sus competencias y por otro, habían sectores que buscaban cambios de paradigmas muy rápidos.

“Paulatinamente vamos a tratar de hacer un cambio cultural, un cambio en el sistema y demás”, sintetizó.

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Aunque hubo un cambio en la Asamblea Legislativa, la iniciativa fue adoptada por la actual congresista Andrea Álvarez, que se encargó de su seguimiento.

Álvarez es experta en el tema y acumulaba años de experiencia, lo que la llevó a mantener el impulso al tema. Destaca que era necesaria una ley para darle continuidad a las políticas públicas más allá de una administración de turno. También destaca la ampliación de instituciones participantes, que ahora irán desde el PANI hasta el Ministerio de Justicia; así como el enfoque en los pacientes.

“En el pasado dado que la visión que se tenía de la visión de la Salud Mental era muy paternalista, en muchas ocasiones se violentaron los derechos de las personas usuarias”, explica.

Ella agrega que la Salud Mental es clave para el desarrollo de otras áreas sociales.

“Es una falsa dicotomía decir que Salud Mental está opuesta a temas como la economía. En la medida que la población tenga una buena Salud Mental pues va a haber mayor crecimiento económico porque tenemos una población más sana”, apuntó.

El lunes 8 de octubre la iniciativa recibió su primer debate, siendo votada por unanimidad. Ahora está pendiente su segundo y definitivo debate, que permitirá elevar a nivel de ley el cambio de paradigma en la Salud Mental, que poco a poco se va posicionando como un tema en Costa Rica.