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¿Qué sentido tiene emprender sin crecimiento?

Carlos Peña para El Observador En las pasadas semanas he recibido múltiples llamadas de diversas personas que participan de iniciativas…

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¿Qué sentido tiene emprender sin crecimiento?
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Carlos Peña para El Observador

En las pasadas semanas he recibido múltiples llamadas de diversas personas que participan de iniciativas ciudadanas las cuales buscan mejorar el entorno y ecosistema empresarial en el país, enfocadas principalmente en los emprendedores y PYMES.

Desde el año 2017 vengo hablando de las dificultades empresariales de los emprendedores de crecer en facturación, empleados y activos de capital.

El capitalismo, recordemos, es una ideología económica la cual busca que por medio del capital productivo (máquinas, terrenos, propiedad intelectual, etc.) las empresas logren crear riqueza. Capta más capital para producir y aumentar, por medio de un ciclo virtuoso, riqueza y crear así más puestos de trabajo e innovación para el avance social.

El Estado de La Nación en su informe del 2018 reportó en una investigación a nivel nacional de cientos de PYMEs que estas, en un periodo de 12 años, no han logrado crecer ni en facturación ni en empleados. Ese es un comportamiento anormal del mercado. Una economía no puede presentar un comportamiento como ese.

De ahí me salta la pregunta: ¿Quién es el principal culpable de que las PYMEs no crezcan?

Es por esto que sigo insistiendo; el problema radica en no categorizar de forma correcta los diferentes perfiles de emprendedores, confundiendo al autoempleado con el empresario.

El autoempleado, recordemos es una persona que emprende por necesidad, con un perfil de subsistencia, sin interés a la acumulación de capital y riqueza. Este perfil de persona es usualmente el microemprendedor que trabaja solo o tiene 1 o 2 empleados.

El empresario por otra parte es una persona automotivada; se esfuerza por hacer crecer su negocio más allá de un fin de subsistencia. Entiende que no puede crecer sólo, por ello contrata empleados y adquiere deudas.

Esto me hace insistir en que la herramienta principal del empresario es el crédito y en el autoempleado es la capacitación.

Leyendo el informe del Banco Interamericano de Desarrollo, llamado “Confrontando el reto del crecimiento”, vemos un enfoque sobre la situación actual en Costa Rica. Se publicó en noviembre del 2020 y lo redactaron Ricardo Monge González y otros,

Los autores de dicho informe hablan de “la trampa del ingreso medio”. Esto es cuando un país no está tan bien como para lograr ser considerado desarrollado, pero tampoco está tan mal como para que la gente se motive a ser más proactivos con su gestión de ingresos. Esto tiene mucho sentido, porque en mi experiencia, el parque empresarial está plagado de personas mediocres para las que el conformismo es su modo de vida; sin exigirse más, buscando únicamente tener suficientes ingresos para llegar a fin de mes en condiciones cuestionables. De ahí a más no van a pasar.

El estudio mencionado es bastante vehemente en señalar que las micropymes (y autoempleados) son más reactivos a los cambios en tendencias del mercado. También presentan mayor resistencia a implementar procesos de innovación dentro de su organización (innovación en producto, servicio, modelo de negocio, canal de ventas, otros).

El estudio menciona que: “el grupo con menor perfil innovador en Costa Rica, está integrado por el 15% de las empresas encuestadas. De ellas, solo el 20% son exportadoras, el 83% son micro y pequeñas empresas y en su mayoría provienen del sector de manufactura (56%).”

Los analistas encontraron, que tampoco es ninguna novedad, a las microempresas (autoempleados) siendo reacias a implementar tecnologías de información, mejoras de procesos. Siempre son principalmente empresas medianas o grandes, especialmente con perfil exportador, las que más inversión hacen en innovación.

También he venido insistiendo en crear un incentivo fiscal para empresas con enfoque de ventas en el mercado local. La idea es que se les permita deducir del impuesto de renta aquellos gastos en contratación de servicios de consultorías en innovación.

Actualmente, Hacienda no considera esas consultorías como parte de la cadena de creación de renta y, por ende, no se permite la deducción de dichos rubros en las empresas, generando así ningún incentivo a innovar.

Las empresas que principalmente buscan articular esfuerzos de innovación interna son aquellas en mercados altamente competitivos. Vemos así al sector exportador y las grandes empresas siendo las principales líderes en el rubro de empresas innovadores y, por ende, en crecimiento.

Me preocupa sobremanera ver empresas pequeñas y autoempleados rechazando cualquier implementación de sugerencias para hacerles más competitivos. Por ejemplo, canales de venta digital (aplicaciones o web), cobros electrónicos (datáfonos), utilización de la deuda y alianzas clave con otras empresas con el fin de crecer.

Finalmente, les dejo la siguiente pregunta: ¿Será que estamos tan bien en el país que no debemos de preocuparnos por crear más riqueza?