Harold Leandro
(San Salvador). Las de los ticos saliendo del estadio Cuscatlán no podría representar mejor el resultado del partido. Semblantes alegres, satisfechos, cómodos. Casi como para ir a sacar visa hacia Catar.
Lo contrario estaba en la acera de enfrente. Los salvadoreños parecían que iban a un funeral. El 1-2 gravitaba como un pesado fardo en mentes y espíritus de los cuscatlecos.
Para los costarricenses todo era dicha: Un triunfo en casa ajena que le asegura continuar en el cuarto lugar de la eliminatoria de Concacaf rumbo al mundial catarí.
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Más allá de lo que haga Panamá, selección que estuvo en el cuarto puesto hace dos encuentros, ante Estados Unidos, la Tricolor se aferra el cuarto escalón, el cual da boleto a la repesca ante el primer lugar de Oceanía.
Todo ello a falta de la última fecha de octogonal, en la que la Sele recibirá a Estados Unidos en el Estadio Nacional.
Inmensa alegría
Eso explica la felicidad de los ticos en las gradas y las salidas del imponente estadio Cuscatlán tras el pitazo final.
Pero también les da una leve ilusión: alcanzar el tercer lugar, el último que da tiquete directo a la copa universal de este año.
Para ello se necesita que Honduras o Panamá venzan hoy a México o Estados Unidos, pues se quedarán con 22 puntos, la misma cantidad que los costarricenses. Y todo se reservaría para la última jornada que, en ese escenario, sería poco recomendable para los que tienen problemas en el corazón.
Corazón fue lo que le sobró a los ticos en el Cuscatlán. No dejaron de apoyar a la Selección, a cuyos jugadores empujaron con sus gritos y vítores. Eso les ganó no pocas lluvias de líquidos que, esperamos, fueran cerveza.
No obstante, pese a ese inconveniente menor, los ticos no tuvieron mayor problema antes, durante y después del juego.
Pese a que este país atraviesa un aumento escandaloso de homicidios en los últimos días -lo que obligó a declara estado de excepción-, les trató con mucho cariño y camaradería.
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Incluso, hasta es vieron parejas con camisetas y diferentes selecciones y todo se llevó en santa paz.
El árbitro
Lo que sí molestó mucho a los locales fue la actuación del árbitro jamaiquino Daneon Parchment, blanco de no pocos improperios y ofensas irrepetibles en este espacio.
Se le acusaba al caribeño de favor a los visitantes y fue constantemente silbado. Tras pitazo final, los decibeles con los insultos alcanzaron niveles altísimos, los cuales no cesaron hasta muchos metros luego de la salida del “Cusca”.
Con muy bien tino, los organizadores del partido dispusieron que los aficionados salvadoreños desalojaran primero el estadio y una vez que estuvo despejado el camino, salieron los ticos.
No había agresividad, pero a como están las cosas en este país por el aumento de la violencia, esta decisión fue acertada y oportuno.
Lo importante es que los cuscatlecos salieron el estadio mascando su desazón para la derrota -querían una victoria en el último partido en casa-, pero lo hicieron en forma tranquila.
Para los ticos todo era felicidad. Arropados por banderas tricolores mostraban orgullosos su satisfacción para la victoria. Son tres puntos que puede significar un paso de gigante en el camino a Catar.
Harold Leandro
