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Ticos en Shanghái: el agua y la comida escasea, no pueden salir de sus casas y temen ir a dar en un campo de confinamiento

Los habitantes de Shanghái viven en este momento como lo hacía el resto del mundo en marzo o abril del…

Por Tomás Gómez

Tiempo de Lectura: 5 minutos
Ticos en Shanghái: el agua y la comida escasea, no pueden salir de sus casas y temen ir a dar en un campo de confinamiento
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Los habitantes de Shanghái viven en este momento como lo hacía el resto del mundo en marzo o abril del 2020: están bajo confinamiento total. No pueden salir ni a comprar comida, ni a vacunar un bebé y no saben cuándo recuperarán la “normalidad”.

De esta situación no escapan los costarricenses que viven en esta ciudad asiática que ya están enfrentando dificultades serias para sobrevivir, sin saber cuándo este confinamiento tan estricto se levantará.

China, que pese a ser el origen de la pandemia se preciaba de haberla tenido bajo control, sufre ahora un embate de la variante ómicron que disparó todas las alarmas.

El detalle está en que ahora el epicentro está en Shanghái, la ciudad más grande del país y su corazón económico.

A fines de marzo, los temores por salud pero también políticos llevaron al Gobierno a decretar el encierro total en la metrópoli. La medida se anunció con apenas 24 horas de antelación y en teoría duraría 3 días sin embargo ya casi cumple un mes.

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De eso ha pasado casi un mes y las medidas nunca se levantaron. El agua y los víveres se agotan, no hay permiso ni para salir a pasear una mascota.

Entre los 25 millones de habitantes que tiene la ciudad hay algunas decenas de costarricenses y tres de ellos contaron a El Observador cómo están llevando su vida cotidiana y cómo lidian con las necesidades más elementales.

El temor de ser separado de un hijo

Cuando las autoridades pidieron prepararse para 3 o 5 días de confinamiento, a Stephanie Sánchez, su empleada doméstica le advirtió que sería mejor prepararse para un mes de problemas.

A esta empresaria costarricense que lleva 12 años radicada en China el confinamiento la sorprendió con el detalle adicional de que acaba de convertirse en mamá.

“Tengo una bebé de 7 semanas. Nos toca en estos días la vacuna del rotavirus y chequeo médico y hasta el momento no me han autorizado la salida, porque no lo consideran una emergencia médica”, contó.

Además de ello, en su zona les toca hacerse pruebas diarias de PCR de cuyo resultado depende terminar en un campo de confinamiento.

“Lo peligroso no es el virus, el miedo es que nos contagiemos y me la quiten (a la bebé)”, cuenta la costarricense angustiada.

“Todos los casos positivos son mandados a los campos de confinamiento, los niños son separados de los padres”, explicó.

Esta familia, tiene problemas para conseguir incluso pañales y fórmula para alimentar a su pequeña hija.

Shanghái ha recurrido a los testeos masivos como parte de su estrategia en la nueva ola de covid-19 (AFP)

El temor recurrente

Sobre esos campos de encierro habló también Iván Díaz, que se fue a China para trabajar en el negocio de seguros.

“El principal temor es salir positivo y ser llevado a un centro de cuarentena del Gobierno ya que quedarse en la casa no es una opción. Por los videos que circulan y experiencias de personas, estos centros están sobrepoblados y las condiciones son muy duras”, detalló.

Contó que esta ola de restricciones dista mucho de las anteriores, incluso cuando apareció el coronavirus y había más desinformación del tema.

“En febrero del 2020 hubo cuarentena pero podíamos salir a comprar cosas, los supermercados se mantuvieron abiertos y los servicio de entrega funcionaban. En esta ocasión no podemos salir del edificio, todos los comercios están cerrados y los servicios de entrega están saturados”, contó.

El río que lo define todo

Para comprender el confinamiento de Shanghai hay que ver primero algunos detalles geográficos.

La ciudad está partida en dos por el Río Huangpu. Al este está la región de Pudong y al oeste Puxi.

En teoría, Pudong estaría encerrado del 28 de marzo al 1° de abril y a Puxi le tocaría del 1° al 5 de abril.

Para eso momento, eso sí, ya habían subregiones con restricciones por los casos que empezaban a crecer. Esto implica que hay millones de personas que al iniciar el confinamiento que ya casi un cumple un mes, sumaban varias semanas bajo encierro.

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Según el número de casos, algunas regiones podrían trabajar bajo un sistema de “semáforo” que relajara algunas medidas. Este se divide en áreas de “cierre”, “control” o “preventivas”.

Sin embargo, la afectación sigue siendo generalizada y situaciones extraordinarias como una cita médica deben ser autorizadas por los “comités de vecinos”, una estructura asociada al Partido Comunista que ejerce el poder total en el país asiático.

Vista de Shanghái y los dos sectores en que se divide la ciudad (Wikicommons)

La complicación clave es la comida 

Al consultársele a los costarricenses sobre cuál es el principal problema que están enfrentado en Shanghái la respuesta unánime es la comida.

En cada casa se prepararon para máximo 5 días de encierro y ahora, comprar los alimentos más básicos se ha convertido en toda una odisea.

Kevin Tang, otro de los costarricenses que viven en Shangai allí cómo, desde un inicio, las tiendas se veían desabastecidas por las compras de pánico, lo que luego se elevó a escala general.

“En China es bastante común pedir los víveres o comida por aplicaciones. Los restaurantes están cerrados, entonces pedir comida express no es una posibilidad”, dijo.

“Las opciones de supermercados están completamente saturadas por millones de usuarios intentando conseguir el mismo objetivo, resultando casi imposible conseguir lo que uno necesita”, agregó.

Iván Díaz y Stephanie Sánchez coincidieron con su compatriota y contaron sus propias peripecias por la comida.

Si bien, el Gobierno chino entrega ayudas estas se quedan cortas y hay que recurrir hasta a organizarse comunalmente para conseguir insumos.

“En casi un mes, yo he recibido 2 paquetes y un muslo de pato la primera semana, para una persona no está mal pero para una familia es imposible”, contó Díaz.

“Las cosas cuestan el doble, y los comercios solo aceptan órdenes al mayoreo así que la única forma de comprar cosas es organizándose con los vecinos, lo cual no es sencillo por el idioma”, destacó.

“Dependemos de un sistema para las necesidades básicas”, sumó Sánchez, quien contó que las autoridades lo que le dieron fue verduras y arroz.

A la entrada de los edificios de Shanghái se ponen los pocos insumos disponibles para las familias que lo requieran (AFP)

 

Dada la crisis que se vive en Shanghai, la Cancillería hizo un primer llamado a que los costarricenses en la ciudad se reporten con el Consulado. Para ello habilitó la dirección [email protected] o mediante teléfono al +86 (0)2162898368.

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