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Ya sé por qué pican los zancudos

Siempre hay una época del año cuando los zancudos, chinches y demás animalejos voladores, con ganas de picar, aparecen como por arte de magia.

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Tiempo de Lectura: 2 minutos
Ya sé por qué pican los zancudos
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Manuel Guisande

Manuel Guisande para El Observador

Siempre hay una época del año cuando los zancudos, chinches y demás animalejos voladores, con ganas de picar, aparecen como por arte de magia. Y todo el personal a las barricadas para evitarlos.

Se trata de una guerra sin cuartel, en la que el homo sapìens empieza por lo más elemental desde los orígenes del mundo: unas cachetadas (que nunca alcanza a dar con el bichejo), para adentrase en el mundo de las parafarmacias, echándose en el cuerpo más elementos químicos que una central nuclear.

Todo bajo el lema: “Al zancudo, ni agua” o.. “Muerte al zancudo” con tal de triturarlo, macharlo, aplastarlo, estrujarlo o destriparlo… ¡¡¡todo valeeeee!!!., joé, que punto de nervios me entra.

¿Pero por qué?

¿Y por qué estos animalejos que se depositan en la piel como pequeñas aeronaves silenciosas, te pican y huyen?

¿Por qué no viven todos juntitos, como amigos, en un par de arbolitos de treinta o siete mil metros de alto y marean a sus padres zancuditos y zancuditas de dios?

Pues porque quieren viajar, si, viajar.

Se puede ser zancudo o zancuda, chinche o chincha, pero no por eso vas a ser idioto o idiota. Un zancudo que se precie quiere ver mundo y anhela saber qué hay más allá de la hoja en la que le ha tocado habitar. Por eso, en cuanto ve a alguien caminando se dice “a este, que me lleva un rato, le pico y me voy”.

Y dicho y hecho; el zancudo se esconde en una ramita, y cuando pasa un tal Eladio Heredia, alias ser humano, realiza un vuelo en aleteo describiendo una parábola simétrica, se detiene una milésima de segundo en el aire, otea la superficie a tacar, evita un granito y un par de lunares y… !!!zaaaassssss!!!!

No es lo mismo que pique en Europa que en el trópico

Que solo el tipo solo anda tres cuadras, pues tres cuadras que se ahorra volando, que va al aeropuerto y de ahí a a Japón, pues Japón.

Pero la pregunta desgarradora que todo el mundo se plantea desde que el Impero Inca la hincó, es… “viajar, sí, ¿¡¡pero por qué picaaaa!!, ¡¡¡¡por qué picaaaaaa, joéééééé´!!!!?

Pues digamos que es sencillo, ya que depende del lugar.

En Europa sueltas un zancudo, y en cuanto pica a un alemán, a un noruego o un francés, con la sangre fría que tienen… muere ipso facto, y esto esta estudiado y documentado.

Pero en el trópico… bueno, bueno, en el trópico, con la sangre caliente que tiene el personal y lo dulce que está de tantas frutas que come… como que el zancudo es tonto, sí, hombre….

Manuel Guisande