Yo quiero ser abuelo, ¿y tú?

Manuel Guisande para El Observador

Cuando tienes más de 50 años, bastantes más, esto es un lío: joven joven no eres; mayor mayor, tampoco. Y estás ahí como en el limbo, a la espera de algo, pero no sabes bien qué.

Y así estaba yo hasta ayer cuando me di cuenta de lo que quiero ser ¿Y qué quiero ser? Pues yo quiero ser abuelo.

Hay quien quiere ser astronauta, piloto de Fórmula 1, callista… hay tanta gente, creo que somos 7.000 millones… qué te voy a contar, pero yo quiero ser abuelo.

Es cierto que aún me quedan como unos 10 años y que por mucho que uno desee… pues que eso no se puede adelantar, que la naturaleza es la naturaleza; pero ser abuelo, no “abu” ni “belo” ni gaitas, sino “abuelo”, tiene que molar.

 Mejor que un nieto una nieta, eso es otra cosa

 Y mejor una nieta que un nieto, porque un nieto… los nietos son brutos, pero mucho.

Yo me imagino ir con mi nieto al parque, y el tío, que no levantará cuatro palmos, va y me dice: “abuelo, ¿a ver si eres capaz de subir hasta aquí?”, “abuelo, mira yo salté esto, ¿y tú…?”.

Y claro, entre que no puedes, que tonterías físicas las justas, pues no es plan; porque además llegaría a casa el mocoso ese y se pasaría todo el tiempo: “El abuelo no pudo saltar, larán larán larán; el abuelo no pudo saltar, larán larán larán”.

Y claro, una cosa es que el médico te insinúe tus limitaciones, que por lo menos se supone que ha estudiado una carrera, aunque no sé si todos. Pero que lo haga un niñito de tres o cuatro años…

Sin embargo, una nieta… eso es otra cosa, otro cantar. Una nieta es un puntazo: “abuelo, ten cuidado con el escalón”, “abuelo, espera que no está el semáforo en la luz verde”.

“Abuelo, ya te cojo yo por el brazo”, “abuelo, tomaste las pastillas…”Perdón, ¿he dicho pastillas”?, a ver si en vez de una nieta lo que quiero es una enfermera… va a ser que sí.