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Guanacaste se convierte en incubadora de futura ropa de EE.UU. gracias a la ciencia de las semillas de algodón

No es exageración: la mitad de la fibra de algodón que se produce en Estados Unidos tiene su origen esencial…

Por Tomás Gómez

Tiempo de Lectura: 4 minutos
Guanacaste se convierte en incubadora de futura ropa de EE.UU. gracias a la ciencia de las semillas de algodón
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No es exageración: la mitad de la fibra de algodón que se produce en Estados Unidos tiene su origen esencial en Costa Rica.

Y es aunque no son el producto de exportación más conocido, Costa Rica lleva décadas generando las semillas de algodón de la más óptima calidad, que buscan garantizar las mejores cosechas en Norteamérica.

Si bien el algodón ha sido históricamente uno de los sellos agrícolas de Estados Unidos, en ese país su producción no es tan sencilla. Factores naturales y, sobre todo el clima, permiten solo una siembra año.

Esto no deja margen de maniobra ni posibilidad de errores.

¿La solución? Lograr las mejores semillas posibles, una misión donde los terrenos del Pacífico Central tico se vuelven esenciales.

Cada uno de estos sacos contiene la suficiente semilla de algodón como para sembrar 45 hectáreas (Tomás Gómez/El Observador)

De Chomes y Cañas a Texas y Georgia

Fue en 1997 cuando los últimos campos algodoneros de Guanacaste se convirtieron más en laboratorios de alta tecnología.

En setiembre de ese año se instaló lo que actualmente es la Estación de Investigación y Desarrollo de Bayer.

La misión clave es perfeccionar las semillas, que saldrán del centro de producción de Cañas para viajar por vía área en Estados Unidos, donde los agricultores ya las están esperando.

En paralelo a esas instalaciones, el proyecto empresarial también cuenta con un un espacio de invernaderos en La Palma de Abangares y siembras abiertas en Chomes de Puntarenas.

Allí se van midiendo todas las variables posibles que podrían afectar a una futura mata de algodón.

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Esta tarea implica tener mapeadas las necesidades que tendría una planta en los diferentes lugares de los enormes campos de Estados Unidos.

Aunque al sur de ese territorio se localiza la llamada “Franja del Algodón”, cada sitio tiene particularidades y los insumos que se mandan a Texas no pueden ser los mismos que van a Georgia; lo mismo ocurre con Misisipi, Misuri y otras entidades al sureste del mapa.

La planta “macho” y la planta “hembra”

Sin entrar en detalles muy técnicos o en secretos empreariales, hay algunos detalles que permiten entender un poco mejor cómo se logran las semillas óptimas.

Si bien detrás de las plantas hay décadas de trabajo, cada planta tiene sus detalles y su proceso.

A los ejemplares se les van sacando descendientes y ahí arranca el proceso de selección de varias etapas.

El primer paso es tomar muestras de las hojas, que pasan a análisis en el extranjero para ir perfilando calidades y característias. Cuando la mata por la tecerca generación ya sí se empiezan a revisar las semillas.

En la quinta generación el estudio se aplica sobre la fibra del algodón; mientras que en la sexta generación ya se ponen a prueba las condiciones que se tendrían en Estados Unidos.

Adrián Vargas, gerente de la estación, explica el proceso en términos futbolísticos. Detalla que hay pruebas iniciales, ligas menores, evaluaciones, hasta que llegan momentos de enviar los mejores candidatos al extranjero.

Un detalle llamativo es que en la generación de las plantas más óptimas la labor humana sigue siendo fundamental. De manera manual se hacen polinizaciones entre las flores que aportan el componente tanto femenino como masculino, de manera que se logren las mejores combinaciones.

¿Cómo se puso Costa Rica en el mapa del algodón?

La producción de las semillas algodoneras se ha convertido, desde luego, es un generador de empleo tanto en Guanacaste como en Puntarenas.

Vargas detalla que son casi 60 los trabajadores vinculados al proceso. Esto incluye profesionales en áreas como agronomía, biología e ingeniería y el personal de campo, clave en lograr las plantas deseadas.

El haber llegado a este punto de desarrollo en Pacífico, explica el gerente, responde también a condiciones país generadas por años.

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Están desde los elementos naturales como poder hacer hasta tres siembras por año hasta los legales, que permiten el trabajo con plantas genéticamente modificadas. A eso se han sumado otros factores como la carbono neutralidad con que produce.

Vargas cerró anotando un detalle sobre como la producción agrícola termina yendo más allá de los alimentos.

“Aparte de alimentar al mundo, hay que vestirlo”, dijo.

Así se ve una plantación de algodón lista para ser procesada. El fuerte de la producción en Costa Rica se mantiene con las semillas, mientras que la fibra como tal puede terminar vendiéndose como subproducto, sin ser esencial en el negocio (Tomás Gömez/El Observador)