Marco Marín
Al final, fue más el ruido que las nueces.
“Siguiendo la Luna no llegaré lejos”, decía la canción. Los Fabulosos Cadillacs sonaban desde una tumba-cocos en medio del congestionamiento vial, causado por dirigentes sindicales de la Caja que apostaban a una multitudinaria huelga.
Desde las 9 a.m. de este jueves, el ruido en las cercanías del parque de La Merced se alternaba con los pitos de carros, cuyos conductores se veían obligados a desviarse por un costado del Hospital San Juan de Dios, pues aunque pocos, los manifestantes tenían cerrada la Avenida Segunda.
A la dirigencia le habría gustado que participaran unos 10.000 funcionarios. Sin embargo, el último reporte oficial apenas y contabilizó la participación de 2.134 funcionarios, en todo el país.
Y aunque no eran muchos, lo cierto es que los pocos, ponían cara alegre, algunos bailaban al ritmo de los muñecos de mascarada con las caras del presidente de la República, Carlos Alvarado; el exministro de Educación, Édgar Mora y la ministra de Hacienda, Rocío Aguilar.
La concentración fue convocada por los sindicatos de la Unión Nacional de Empleados de la Caja y la Seguridad Social (Undeca) y el de Enfermería (Sinae), ambos del sector salud, en conjunto con el Bloque Unitario Sindical y Social (Bussco).
Sin embargo, a medida que se acercaba la hora de salida, pactada para las 9:30 a .m, la asistencia real distaba mucho de la esperada por los organizadores.
La manifestación tenía como destino final el edificio de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), a un kilómetro del punto de salida, sin embargo, la masa de gente no alcanzó a tapar ni media cuadra.
Esto quedó en evidencia tras los vacíos que se generaban entre la gente y las barricadas de los oficiales de tránsito.
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Los organizadores tenían planeado manifestarse frente al Ministerio de Hacienda y el edificio de la CCSS.
Sin embargo, la poca asistencia los obligó a una parada estratégica, justo al frente del Teatro Melico Salazar, pues de alguna manera tenían que agruparse para verse robustos.
Más allá de la Avenida Segunda, la afectación se reflejó en cierres de quirófanos en los hospitales México, de Niños y San Juan de Dios. Fuera del valle central, los cierres parciales se dieron en el hospital de Ciudad Quesada.
Aún así, las autoridades de la Caja indicaron que se perdieron poco más de 800 citas, y se tuvo que contratar lavanderías privadas para atender a los pacientes.
La marcha marchaba a pocos, en su intento por hacer un plantón frente al Ministerio de Hacienda y el edificio central de la Caja Costarricense de Seguro Social.
El líder de Undeca, Luis Chavarría, reveló que la marcha trató, en vano, de promover la renuncia de la ministra de Hacienda, Rocío Aguilar.
Estas declaraciones fueron suavizadas por Lenin Hernández, otro de los líderes sindicales quien aseguró que buscaban el diálogo con la jerarca.
Cuando, por fin, llegaron a su primer destino original, algunos aprovecharon para buscar sombra o sentarse en los caños de las aceras.
Tras las consignas contra Aguilar, por parte de los principales voceros frente al edificio de Hacienda, un sindicalista que rehusó a identificarse, en varias ocasiones, tomó el micrófono y anunció que Radio Columbia, había informado la renuncia de la jerarca.
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El intento de arengar a los presentes no tuvo el efecto deseado, y la supuesta renuncia de Aguilar, resultó solo otra noticia falsa.
Cuando se le consultó de dónde había sacado el dato, el manifestante se limitó a decir que “eran informaciones que le habían dado”.
Al preguntarle porqué anunció algo falso, se limitó a responder: “¿por qué quiere pelear conmigo?”, y se retiró.
El hombre vestía una camiseta de Undeca, se acercó a un grupo entre el que se encontraba Luis Chavarría, secretario general de este grupo.
Se le consultó a Chavarría sobre la situación, pero se limitó a decir que “iban a rectificar a lo interno”, y se excusó aduciendo un dolor de garganta.
La noticia falsa no tuvo el efecto deseado, pasó sin pena ni gloria. Inmediatamente después, otra representante sindical, del grupo 7 de agosto, tomó el micrófono y la situación continuó igual.
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Para este punto, los ánimos se veían más apagados, e incluso mucho de los presentes aprovecharon para buscar nuevos destinos.
La columna desgastada emprendió el último tramo de su ruta trazada, alrededor de las 11:30 a.m. para instalarse frente al edificio de la CCSS.
Allí estuvieron unos 15 minutos, hasta que la protesta empezó a verse mermada al punto de desvanecerse poco antes del último llamado para guardar sus banderas, al menos hasta la próxima convocatoria.
Marco Marín
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