Mariana Mena
Eran las 3:00 a.m. del 1 de setiembre cuando una marea alta en conjunto con fuerte oleaje generó una emergencia en Caldera.
Agua, rocas, palos y arena entraban y cubrían todo a su paso, viviendas, la escuela y la carretera nacional.
“Me despertó el golpe del agua contra la casa, de un momento a otro, ya tenía el agua que me llegaba al pecho. Tuve miedo y pensaba en mis animalitos”, narra un vecino al recordar el evento.
A un mes de esta emergencia, al visitar las casas que están en la playa, es extraordinario ver que algunas están prácticamente sepultadas por la arena.
“Yo quedé con la ropa que estaba en el tendedero, sé que hay cosas dentro de la casa incluso de mi trabajo, como chalecos, pero están enterradas”, comentó otro afectado.
El día antes a la emergencia, la marea alta de la tarde y el oleaje generaron el cierre de la carretera por algunas horas ante el riesgo para los vehículos por las piedras que trae el mar.
“El mar se seguirá saliendo”
De acuerdo con Omar Lizano, oceanógrafo del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar-UCR) situaciones similares a la ocurrida en setiembre, se pueden seguir presentando.
Incluso en junio, las olas alcanzaron hasta los 3 metros de altura, situación que no ocurría desde el 2015.
“Tenemos el fenómeno de El Niño, que genera un aumento en el nivel del mar y el calentamiento global, factores que inciden en estas situaciones y no solo para Caldera, las playas de Costa Rica están sufriendo erosión”, explicó Omar Lizano, oceanógrafo del Mio-Cimar.
“En esta zona del Pacífico, se magnifica debido a que prácticamente el mar está a la orilla de la carretera y la combinación de marea alta y oleaje fuerte es terrible, sobre todo en las madrugadas”, señaló Lizano.
A la vez explicó que se relaciona con oscilaciones que generan variaciones, pueden pasar décadas sin ocurrir y sin previo aviso vuelven, pero son cambios que vienen desde el Pacífico sur del planeta.
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Desalojos
A lo largo de la playa las casas tienen cúmulos de arena de hasta 3 metros, otras estructuras fueron desmanteladas y también están quienes se rehúsan a salir.
“Aquí llegaron las autoridades con una orden de desalojo, pero no firme, quieren que me vaya, pero no dicen bien a dónde”, cuestionó uno de los afectados que prefirió hablar con identidad protegida.
“Si aquí llegan y hacen un estudio de mi propiedad, los metros y me dicen que me van a reconocer eso para darme otro lugar, uno lo piensa, pero no hay nada claro, solo quieren que me vaya”, recalcó.
“No hay un lugar específico”
Según explicó a El Observador, Esteban Aguilar, de gestión de riesgo de la Municipalidad de Esparza, este trabajo es interinstitucional.
“Un lugar específico para instalarlos no hay, las casas se declararon inhabitables por el riesgo que hay. Aunado a otras situaciones, por ejemplo, algunas personas ya han tenido acceso a un bono de vivienda y se deben hacer estudios sobre si pueden acceder a otro”, indicó.
“Realizar un proceso donde se llegue con maquinaria municipal y hacer un proceso de demolición no es sencillo, es un proceso largo y de competencia de muchas instituciones”, agregó Aguilar.
Sin embargo, desde el Consejo Municipal, sí se está realizando un análisis sobre el uso de suelo en dónde se encuentran las propiedades para determinar que se puede realizar.
“Desde el Comité Municipal de Emergencias tenemos una estrategia para tener un acercamiento con la comunidad, se formó el Comité Local de Emergencias, para que por medio de talleres conozcan sobre el riesgo y las vulnerabilidades”, aseguró el funcionario.
Algunas de las instituciones involucradas en búsqueda de soluciones son:
- Ministerio de Salud
- Comisión Nacional de Emergencias
- Ministerio de Obras Públicas y Transportes
- Ministerio de Vivienda
- Ministerio de Educación Pública
- Municipalidad de Esparza
Esas olas deberían romper mar adentro, pero están rompiendo en las rocas debido a que el nivel del mar está más alto, consideran los expertos.
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¿Soluciones?
Por otro lado, el MOPT está trabajando en estudios y diseños para obras que vengan a contener el problema de manera más definitiva.
“Nosotros esperamos en unos cuatro meses tener los diseños y estudios, para determinar cuánto cuesta y ver de dónde sale el presupuesto”, mencionó Luis Amador, titular del MOPT.
Algunas alternativas de propuestas son:
- Construcción de siete espigones perpendiculares a la playa, con aporte de arena en el tramo de mayor afectación de la ruta nacional 23 y rehabilitación del espigón existente.
- Construcción de un dique exento y dos perpendiculares a la plata con aporte de arena.
- Reubicar el sector de la ruta nacional 23 afectado por el oleaje.
“Esa carretera hay que levantarla o reubicarla, hay una iniciativa privada que está presentada pero es una inversión como de $115 millones, y es un pedazo pequeño, para una obra tan cara”, enfatizó Amador.
“Por ahora estamos metiendo todos los recursos posibles para contener y que la calle no se lave, porque se estaba socavando, vamos a tener que mover a futuro las otras soluciones porque implica un nivel de gasto altísimo”, reconoció.
Desde el 7 de julio, se inició con una medida paliativa y se colocaron para contener el oleaje 12.500 toneladas de piedra, por un costo de ¢600 millones y está por invertirse otros ¢600 millones, para cubrir todo el frente.
