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Lo que se sufría cuando ibas de compras con tu madre

Manuel Guisande para El Observador (*) Cuando tenía seis o siete años, más que niño me sentía chicle, sí, un…

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Lo que se sufría cuando ibas de compras con tu madre
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Manuel Guisande

Manuel Guisande para El Observador (*)

Cuando tenía seis o siete años, más que niño me sentía chicle, sí, un chicle superelástico e irrompible. No me digas cómo, de repente, un día tu madre te cogía de la mano y como si fueras un trapo decía: “vamos de compras”.

Ni te preguntaba si te apetecía, si estabas haciendo algo, si  si te ibas a casar o a divorciar, que hay niños muy precoces.

Ná, casi te arrastraba y, de repente, te veías de pie, con tus pantalones cortos en un comercio sin saber si te iban a comprar un jersey, una gorra, un abrigo o te iban a vender como esclavo.

Allí estabas tú, en el medio, quietecito, sin decir ni pío y rodeado de gente: otros niños, otras madres y dependientas por todas partes yendo de un lado a otro.

Entonces tu madre le decía a la de la tienda: “deme ese jersey”, y siempre pasaba lo mismo; te quitaban a lo bestia el que llevabas puesto, el cuello te chocaba con la nariz, con los ojos, con las pestañas.

También con las orejas, llorabas, y antes de que te lamentaras más te metían sin mirar otro por la cabeza que te recolocaba todos tus apéndices.

“De madres cariñosas a auténticas fieras”

Sinceramente, yo nunca entendí como nuestras madres, que eran tan cariñosas, en las tiendas se transformaban en auténticas fieras poniéndote la ropa. Y cuando tenías el jersey colocado, había una frase que no fallaba: “deme una talla más, que va a dar el estirón”.

Y también entonces pasaba algo increíble; si tu talla era, pongamos la 24, pedía la 25, y si no había la 25 valía la 26, y si no había la 26 ni la 27 ni la 28… pues bien te servía la 320 o la 640. Yo no sé si estirarías tanto, pero que de allí te ibas con un jersey… bien lo sabía Dios.

Y así salías del comercio: tu madre tirándote de nuevo por la mano contenta como unas pascuas.

Y tú con las orejas rojas de tanto jersey que te quitaban y ponían mientras pensabas: “para llenar esto, tengo que estirar…”

Y tío, no me digas cómo lo hacían nuestras madres, que sin logaritmos neperianos, ni ecuaciones de segundo o tercer grado, ni escuadra y cartabón ni rayo láser… el jersey te quedaba perfecto.

Eso sí… no al año ni a los dos, pero a los tres o cuatro… bueno, bueno, perfecto. Eso eran madres y tú… todo orejas, les daban unos tirones.

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Manuel Guisande

 

 

 

 

 

(*) Estudió Derecho. Trabajó en El Correo Gallego, Ideal Gallego y sus últimos 25 años en La Voz de Galicia. Colabora en la actualidad en varios diarios españoles y del extranjero.

Además de conferenciante, imparte cursos en entidades e instituciones sobre escritura creativa (medio de comunicación y redes sociales, cuentos infantiles, relatos, guiones de teatro, novela) así como un curso específico de Periodismo dirigido a profesionales, ejecutivos y universitarios.

Cuenta con numerosos galardones, entre ellos:

Premio Fernando Arenas de Literatura y Ensayo con ¿Cómo somos los gallegos?, depende. (2017-2018)
Premio Isaac Díaz Pardo de la Asociación Galega de Editores a la mejor colección infantil Rodripico (2011)
Premio Galicia de Comunicación (2000)
Premio Codorniz de Plata de la Academia del Humor (2000)
Premio de Teatro Ciudad de La Coruña (1987)

Correo: [email protected]