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Popcorn506 para El Observador
John Wick ha llegado para quedarse. La cuarta entrega de esta saga de acción no solo mantiene el nivel de las películas anteriores, sino que lo supera y se convierte en todo un hit del género.
Y esto es algo que nos hace felices, ya que estas sagas largas no siempre dan resultado y, a la larga, envejecen mal.
Hay que recordar que John Wick comenzó, hace ya nueve años, como una película de acción dura y oscura que no llegó a llamar demasiado la atención en primer lugar.
De hecho, hubo países en los que ni siquiera tuvo estreno en salas. Esto, visto desde la perspectiva actual, resulta tan extraño que casi es increíble.
Pero fue así, a pesar de contar con una estrella del calibre de Keanu Reeves.
Nueve años después, aquel John Wick se ha convertido en una película adorada por los amantes del género y cada una de las siguientes entregas ha ido atrayendo a un número mayor de seguidores.
Hasta el día de hoy, que más ojos y mayor exigencia concentraba con su cuarto episodio. ¡Y qué cuarto!
Lo que hay que decir
Lo primero que queremos decir, para los que puedan albergar dudas, es que, en conjunto, es la mejor de toda la saga.
Pero también es la más larga y eso quiere decir que, a pesar de sus enormes dosis de acción, hay lugar para la alternancia con los diálogos y la contemplación.
Los resultados, como ya hemos adelantado, son brillantes. Y, de la misma manera que lo hemos dicho en anteriores ocasiones, lo más satisfactorio es que la película da justo lo que promete. Y lo da con creces.
Porque a John Wick no vamos para descubrir un guión maravilloso, repleto de giros argumentales sorprendentes y con un trasfondo psicológico o filosófico que nos haga explotar el cerebro.
No, a esta película vamos para que exploten las pupilas y los tímpanos con vibrantes escenas de acción, algunas semejan inclusive a un video juego, un montaje lleno de ritmo y una música que acompaña a la perfección.
Un personaje que no cansa
Y aunque sean cuatro películas ya en las que el personaje interpretado por Keanu Reeves se pase matando a gente por doquier, tampoco se hace tan repetitivo.
Lo bueno es que hay espacios y escenarios que cambian, aunque es en sacrificio de la parte argumental.
Lo malo es que, a pesar del ritmo endiablado, las tres horas intensas y sin descanso pueden terminar con mucha hambre o muchas ganas de ir al baño para los espectadores, aun así vale la pena.
Ahora bien, es innegable el disfrute sensorial, que termina casi con un placer culpable, pero que reconforta al ver lo bien que se han reconducido las cosas y la facilidad con la que podremos encontrar una quinta entrega o algún otro desvío en forma de spin-off.
Lo que sin duda sucederá es que John Wick está aquí para quedarse, no solo por su casi segura continuidad en los próximos años, sino porque muchos de nosotros ya la hemos ubicado entre las sagas de acción imprescindibles de las últimas décadas.
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