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Oraciones, reuniones y “terapias”: el menú para “curar” a quienes no están enfermos

“Tenemos la certeza que si un homosexual desea abandonar su homosexualidad puede buscar apoyo”. La frase la dijo un diputado…

Por Tomás Gómez

Tiempo de Lectura: 5 minutos
Oraciones, reuniones y “terapias”: el menú para  “curar” a quienes no están enfermos
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“Tenemos la certeza que si un homosexual desea abandonar su homosexualidad puede buscar apoyo”.

La frase la dijo un diputado hace pocos meses, pero aparece también en diversos programas que ofrecen un supuesto cambio en la orientación sexual de las personas.

El menú es amplio: se ofrece a manera de oración en iglesias, como sesión de orientación, como tratamiento mediante expertos y hasta puede venir en combo para que toda la familia participe en la “transformación de una persona”.

En muchos casos, además, no sale gratis.

El detalle en medio de todo ese panorama es que desde 1.990 se demostró que la homosexualidad no es una enfermedad. Es decir, se está ofreciendo la “cura” para una situación que no la amerita y como tal, lo que se termina aplicando es una mal praxis de consecuencias que van desde lo mental hasta lo físico.

De manera genérica se les conoce como “terapias de conversión” y su práctica enciende alertas entre profesionales de salud y organizaciones de la sociedad civil.

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Incluso el último Informe Mundial de Derechos Humanos que elabora cada año el Departamento de Estado de los Estados Unidos lo mostró como uno de los rezagos que sigue teniendo Costa Rica.

Según el texto, aún en 2022 hubo informes “de la práctica de la llamada terapia de conversión y la práctica de realizar cirugías innecesarias en personas intersexuales”.

Pero, ¿realmente se sigue aplicando la medida en el país?

La “pseudociencia” y sus efectos

Uno de los gremios que más ha advertido de los riesgos de una “terapia de conversión” es el Colegio de Psicólogos. Por un lado explican la inutilidad de un abordaje de este tipo pero por otro advierten de las consecuencias que puede terminar teniendo.

Ángelo Argüello, presidente del Colegio, menciona que aún a la fecha llegan denuncias de pacientes o sus familias a quienes un profesional les ofreció alguno de estos “tratamientos”.

Al respecto, el experto define el tema como “pseudociencia”. “Este tipo de prácticas no son apropiadas. Hay muchísima evidencia de que el efecto que tienen es dañino sobre las personas”, indicó.

Más que abordar a una persona, insiste, el procedimiento más bien debería ser hacia su entorno.

“Son poblaciones que reciben una estigmatización y una presión social que evidentemente pueden lesionar la salud mental de estas personas. El foco de tratamiento no está en cambiar la orientación sexual o la identidad de género. Está en lograr en el contexto de estas personas -llámese la familia, la comunidad o el trabajo- una aceptación a esta diversidad”, apuntó.

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Otro punto a tomar en cuenta es que sí puede darse atención psicológica pero más enfocada en la autoafirmación de las personas.

Finalmente, Argüello reiteró un llamado especial a separar la profesión de los temas de fe, pues dentro de las “terapias de conversión” pueden terminar mezclándose.

“Vemos completamente inapropiado que a partir de una organización religiosa un profesional en psicología mezcle su trabajo cómo psicólogo con ciertos principios o creencias de un grupo en específico a nivel religioso”, advirtió.

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¿Se puede prohibir las terapias?

Más allá de combatir las “terapias de conversión” desde la ciencia o la información, otra vía que han ensayado decenas de países es prohibirlas desde la ley.

En el caso costarricense el proyecto 20,970 propuso algunas reformas a la Ley General de Salud. Estas se concentrarían en prevenir la aplicación de prácticas tendientes a tratar la diversidad sexual como un problema.

Por ejemplo, prohíben la publicidad de las “terapias de conversión” por considerarla engañosa y ambigua. De paso, es directa al describir todos los procesos que quedarían vetados:

Queda prohibida cualquier terapia aversiva que pretenda suprimir, revertir o modificar a modo de pretendida curación las características sexuales, expresión de género, identidad de género u orientación sexual de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales.  Esta prohibición no afecta los tratamientos y servicios de salud de tipo afirmativo del género y sexualidad, sustentados en criterios científicos según estándares internacionales, y que tengan por finalidad asegurar su propio derecho a la salud y a la identidad.

PROYECTO 20.970

Aunque la iniciativa se presentó desde el 2018 a manos del exdiputado José María Villalta, la Asamblea anterior no la avanzó; al punto de que el texto estuvo a punto de fenecer y pasar al archivo por cumplirse 4 años sin avances.

La Biblia y las negociaciones

Justo hace un año, en junio del 2022, los diputados actuales le dieron un segundo aire; que lo sostuvo contra las cuerdas en la Comisión de Derechos Humanos.

Los diputados de Nueva República presentaron decenas de mociones contra el texto. En su defensa, recurrieron incluso a pasajes bíblicos.

Por otro lado, el ala más progresista pide avanzar para llegar a tener una regulación que combata los riesgos de las “terapias”.

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“Estas mal llamadas terapias en muchos casos se convierten en torturas psicológicas y físicas para personas y que llevan inevitablemente a depresión, a autoflagelo e inclusive intentos de suicidio”, comentó el diputado frenteamplista Antonio Ortega.

Él explicó que ya se logró una nueva propuesta de texto que podría votarse en el Plenario. De momento dependería de que el Gobierno lo incluya en las agenda como parte de las sesiones extraordinarias; o de verlo a partir de agosto, cuando arranca el período ordinario y son los propios diputados los que definen su lista de temas.

De “curar” a torturar con terapias

Las “terapias de conversión” suelen ofrecerse para adolescentes y jóvenes y ahí surge otro dato llamativo: esos “pacientes actuales” nacieron cuando ya la homosexualidad había dejado de catalogarse como enfermedad.

En la década de los 70´s el gremio de la psiquiatría comenzó a cambiar el paradigma que consideraba “enfermas” a las personas que les gustaban personas de su mismo sexo. Para 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) sacó la homosexualidad de su lista de enfermedades de manera oficial.

Aunque han pasado más de 3 décadas de ese hito, la persecución a la diversidad sigue activa.

En muchos países -67 para ser exactos- aún se sancionan desde el ámbito penal las relaciones entre personas del mismo sexo.

En otros, abarcando Costa Rica, siguen figurando medidas irregulares como las “terapias de conversión”.

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Desde las Naciones Unidas (ONU) se han sostenido esfuerzos por concienciar sobre los efectos de estas prácticas y sus derivaciones.

En años recientes, la práctica ha entrado en los parámetros de tortura. Según la Organización: “Las “terapias de conversión” causan profundos traumas físicos y psicológicos a las personas que las sufren. Por ese motivo, los mecanismos de las Naciones Unidas de lucha contra la tortura han concluido que esas terapias pueden equivaler a tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes”.