Sergio Arce
Tannia Moya para El Observador
Este tema lo abordé el año pasado y debo confesar que llovieron fuertes críticas en el sentido de que cada quien hace con su carro lo que quiera y… tiene toda la razón.
En realidad creo que no leyeron el artículo completo, porque solo intentaba explorar qué opinaban sobre esta tradición y más bien aplaudía el espíritu de algunos entusiastas navideños.
En aquella ocasión dije que algunos cibernautas consideraban este gesto como una excentricidad o mal gusto. Pero me sorprendió la respuesta positiva y apasionada de muchos lectores.
Estos últimos dijeron que consideran esta práctica como una manera encantadora de infundir color y alegría a la temporada, especialmente para los niños.
Tendencia más generalizada
Retomando lo que dije en el artículo del año pasado; descubrí que esta tendencia se ha generalizado en diversos lugares y que algunos conductores llevan la festividad al extremo con árboles de Navidad y luces en sus automóviles.
Sin embargo, me llamó la atención que, desde el punto de vista de la seguridad vial, algunos expertos advierten sobre los riesgos asociados con la alteración de la aerodinámica del vehículo al cargar objetos pesados.
Particularmente interesante fue encontrar debates sobre si los adornos como astas y narices de reno podrían ser considerados distractores para otros conductores. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Explorando la historia de esta práctica, descubrí que tuvo sus raíces en la década de 1970 en Georgia, Estados Unidos, cuando por primera vez se colocaron astas de toro en un Cadillac.
Desde entonces, la tendencia se ha expandido y ahora hay una amplia variedad de adornos cromados disponibles en línea, desde el Pato Donald hasta manos de esqueleto.
En última instancia, creo que si aquellos que decoran sus automóviles de esta manera se sienten felices haciéndolo, ¡entonces adelante!
Una vez más, reitero la importancia de la empatía, la tolerancia y el respeto por las elecciones de los demás, vivir y dejar vivir.
