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¿Será posible superar el colonialismo?

  Por Mdou Moctar Durante mi infancia en Arlit, un pueblo de Níger, muchos de los adultos que me rodeaban…

Por Turning Points

Tiempo de Lectura: 5 minutos
¿Será posible superar el colonialismo?
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Mdou Moctar (Cem Misirlioglu)

Por Mdou Moctar

Durante mi infancia en Arlit, un pueblo de Níger, muchos de los adultos que me rodeaban trabajaban en las minas. Eran los años noventa, mucho antes de que siquiera soñara con escribir música y tocar la guitarra. Recuerdo haber visto enfermarse a los mineros, quienes tenían largas jornadas bajo tierra y solo volvían a casa por la noche.

Debido a la radiación a la que estuvieron expuestos en las minas de uranio, muchos desarrollaron problemas médicos graves: enfermedades en las vías respiratorias, enfermedades pulmonares y parálisis. Recuerdo que las mujeres también desarrollaron síntomas y sufrieron alumbramientos prematuros. El cáncer era común, no solo en hombres y mujeres, sino también en los niños.

Níger es un país pobre, pero es rico en recursos naturales. Cuando Francia cerró sus minas nacionales en 2001, las minas de uranio de Níger, que han operado sin parar desde finales de los años sesenta, cubrieron el vacío. En la actualidad, la perforación la realizan corporaciones, muchas de ellas con inversión mayoritaria del gobierno francés. Una de las pocas opciones que tienen los nigerinos para conseguir un empleo remunerado es trabajar para estas compañías mineras.

Comprender el alcance de las minas y cómo afectan a Níger es comprender el colonialismo en la práctica. Francia ya no está en mi país, técnicamente, pues obtuvimos la independencia en 1960, pero su impacto todavía tiene efectos profundos. En Níger, hablamos francés, gastamos dinero francés, somos empleados de empresas francesas y, con el arduo trabajo que realizamos en las minas, le entregamos los materiales preciosos de nuestro país a Francia. En cierta forma, solo de nombre somos otro país.

Hoy en día, la vida diaria en Níger no es tan distinta de como era cuando era pequeño. Incluso podría compararse con la época en que los franceses comenzaron sus actividades de minería de uranio aquí, a finales de los años sesenta. Entonces existíamos para darle exportaciones a Francia (mano de obra barata, bienes materiales, recursos naturales), y nuestra función es la misma hoy por hoy.

Nuestros recursos más valiosos, nuestros depósitos de uranio, son propiedad de Francia, al menos en términos contractuales, por lo que se envían a ese país. Quizá si nosotros hubiéramos construido estas minas podríamos habernos quedado con parte del dinero. Según el índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas, que analiza la salud, el nivel educativo y los ingresos promedio de una población para medir la calidad de vida de un país, Níger ocupa el último lugar de la lista de 189 países y territorios.

Cualquiera pensaría que, con nuestros abundantes recursos naturales, deberíamos tener una red eléctrica en operación, e incluso una avanzada. Pero, aunque nuestro uranio genera parte de la electricidad nuclear que utiliza Francia, tenemos que importar gran parte de nuestra electricidad de Nigeria, otra antigua colonia. Parece que nuestra existencia es tan solo una acotación.

Para aprender a tocar la guitarra en mi niñez, utilicé un artefacto hecho de madera y cables de bicicleta. Cuando por fin pude tener una guitarra de verdad, la conectaba a un amplificador que operaba con baterías. De hecho, todavía utilizo amplificadores que funcionan con baterías. Incluso ahora que ya he grabado unos cuantos álbumes y llevo más de diez giras en mi carrera, todavía no puedo depender de la red eléctrica de Níger a la hora de tocar mi música.

A diferencia de la mayoría de los músicos estadounidenses y europeos, mi banda no puede conectar su equipo a una pared. En cuanto al traslado a las presentaciones, los caminos mineros que se construyeron entre las ciudades y los pueblos que fueron surgiendo en los alrededores de las plantas de propiedad francesa casi no le sirven a nadie. Cuando voy con mi grupo de visita a Estados Unidos, tardamos menos de cinco horas en recorrer los 320 kilómetros aproximados que separan a Nueva York de Boston.

La distancia entre Arlit y Agadez, una ciudad de mi provincia, es 80 kilómetros más corta, pero ese traslado tarda unas 10 horas más. A Arlit y Niamey, la capital de Níger, las separan 1200 kilómetros, pero el viaje entre estos dos destinos requiere una parada para pernoctar, y en algunos casos dos. Esta situación no es el recordatorio más crudo del legado colonial que Francia ha dejado en mi país, pero sí es uno muy inmediato.

Soldados franceses de la Legión Extranjera patrullan un asentamiento nómada en la región de Liptako-Gourma del noreste de Mali, cerca de la frontera con Nigeria, en febrero de 2020. (Finbarr O’Reilly/The New York Times)

El colonialismo es un tema que exploro en gran parte de mi música. Mi nuevo álbum, “Afrique Victime”, es el de mayor contenido político hasta ahora. Por desgracia, Níger tiene más problemas de los que puedo tratar en un solo álbum. La presencia militar de Francia —sus tanques, drones y armas— marca nuestra región. Boko Haram, la organización terrorista que opera desde Nigeria, se ha introducido en Níger y tiene cada vez una mayor presencia. Tan solo este verano, 16 soldados fueron asesinados en Níger por militantes de Boko Haram. Entre tanto, las armas de Francia no se utilizan.

Con frecuencia, la gente me pregunta cómo puede ayudar a Níger y si es posible superar el colonialismo. En lo personal, no soy optimista. Aunque la bandera francesa ya no ondea en Níger, la terrible verdad es que mi país todavía es una colonia de recursos para Francia debido a sus minas. No hay ninguna opción clara para dejar atrás nuestra lamentable pobreza, y cada día la presencia y la influencia de Francia se arraigan más a fondo y de manera más inextricable en la existencia de nuestra nación.

Anne Lauvergeon (izquierda), exdirectora de la empresa francesa de energía nuclear Areva, sentada al lado de Seyni Oumarou, ex primer ministro de Níger; Alain Joyandet, secretario de Estado de Cooperación de Francia, y Mamadou Tandja, expresidente de Níger, durante la ceremonia de lanzamiento de una mina gigante de uranio en el norte de Níger en mayo de 2009. (Boureima HAMA/AFP/Getty Images)

El colonialismo todavía existe en Níger porque se le ha permitido existir. Por desgracia, dejar atrás al colonialismo no es una tarea que les corresponda a los nigerinos. No es algo que podamos hacer por nuestras propias fuerzas, y tampoco debería ser así. Yo hago lo que puedo con mi música, pero solo puedo amplificar mi propio mensaje, un mensaje transmitido a través de una guitarra que funciona con baterías y no siempre enciende.

La situación de Níger no cambiará hasta que Francia, en vista del enorme poder que todavía tiene en este país, reconozca el papel tóxico que ha desempeñado en la formación de mi nación y las consecuencias dañinas de su presencia continuada. Francia necesita nuestra energía para operar, pero así nos quedamos sin energía para nosotros. Es tiempo de que haya un cambio.


 

Agenda Global 2022, una serie que se publica y consta de ensayos, fotografías y gráficos sobre acontecimientos y tendencias observados durante 2021, pero cuya influencia continuará a lo largo de 2022 y más adelante.

Mdou Moctar es un compositor y músico de Agadez, Níger, y uno de los primeros músicos conocidos por adaptar música tradicional Tuareg de guitarra en sus presentaciones electrónicas modernas. Alcanzó la fama de una manera inusual cuando sus seguidores comenzaron a intercambiar teléfonos celulares y tarjetas de memoria con su música. Su álbum más reciente se lanzó en 2021 y se titula “Afrique Victime”.