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Popcorn506 para El Observador
Hay algo que los fans del terror, y más concretamente del slasher, tienen en común, y es que la gran mayoría de ellos no necesita(mos) irremediablemente una gran dosis de originalidad para apreciar una película.
Los grandes clásicos del género, que aterrorizaron a millones de personas en los años 70 y 80, y siguen provocando pesadillas a muchos, probablemente sean insuperables en este sentido; también probablemente, en el resto de ellos.
Pero esto no quiere decir nada. Ni que ya no se hagan slashers que merezcan la pena, ni que, por el contrario, sea fácil replicar aquella fórmula.
Llega tarde, pero llega a tiempo
El origen directo de esta película lo encontramos en el cortometraje que su director, Eli Roth, dirigió en 2007.
En aquella ocasión, eran Robert Rodriguez y Quentin Tarantino los que rendían homenaje al género que les apasionó en su juventud con una réplica de sesión doble en la que Planet Terror y Death Proof se proyectaban continuadamente, con una serie de cortometrajes que los acompañan.
Tal y como se hacía hace ya casi medio siglo. Entre estos, se encontraba Thanksgiving, un corto muy breve que, ahora, ya se ha transformado en largometraje y lo ha hecho del mejor modo.
Si decimos que llega tarde es porque le ha costado más de quince años tomar forma. Muchos ya nos habíamos olvidado y otros habían perdido la esperanza.
Si decimos que llega a tiempo es porque se ha estrenado en un momento ideal, en el que la apreciamos y la valoramos en su justa medida, que es muy amplia y, seguramente, con una madurez por todas las partes, desde la dirección al público, que ha permitido que esto sea así.
Nadie discute el talento de Eli Roth, que ha quedado sobradamente demostrado en el pasado. Pero hay algo aquí que exuda un reposo propio de un director más sabio y experimentado. Un Eli Roth, en otras palabras, que tiene claro lo que quiere dar y el público al que quiere dirigirse.
Un slasher tópico y eficaz
Una de las virtudes que más valoramos aquí en las películas que analizamos es su honestidad. Si cumplen con lo que prometen, tienen puntos ganados.
Y, además, si son conscientes de sus limitaciones y las usan a su favor, todavía sumarán más puntos en el marcador. Esto es lo que pasa con Thanksgiving.
A esa carencia de originalidad a la que nos referíamos al comienzo, le añade muchos elementos propios del género que ya hemos visto en multitud de ocasiones. ¿Hace esto que pierda interés? ¿Es aburrido? No, para nada.
El hecho de que un señor enmascarado vaya matando a gente a sangre fría puede ser lo suficientemente atractivo miles de veces. Solo hay que plasmarlo con amor por el género y por el público.
Por este motivo, aquí habrá muchos momentos que nos recuerden a clásicos de hace décadas como Halloween o Scream. Y también otros cuantos que nos hagan partícipes y cómplices de esa autoconsciencia para provocar unas risas que, livianamente, nos harán sentir un placer culpable que es exclusivo de este tipo de películas.
La película perfecta para los amantes del género
En definitiva, Thanksgiving es un regalo perfecto para estas semanas entre Halloween y Navidad.
Podría, incluso, haberse estrenado unas semanas antes, para aprovechar la ola de miedo y terror de la fiesta de la calabaza, pero habría perdido algo de sentido toda la temática de Acción de Gracias.
Igualmente, es perfecta para estas semanas en las que se acerca una época repleta de buenos sentimientos y buenas acciones, porque es esa película irreverente y desvergonzada que todos los fans del género desean ver. Y nada mejor que en los momentos en los que más puede llamar la atención.
¿Dijimos que Eli Roth ya tenía más experiencia, más know-how y más todo? Pues eso, en otro momento, seguramente no habría funcionado tan bien.
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