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Los camareros tienen un cerebro privilegiado, auténticos ‘cracs’

Manuel Guisande para El Observador Los camareros tienen un cerebro privilegiado, una capacidad de retención que ya me gustaría a mí….

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Los camareros tienen un cerebro privilegiado, auténticos ‘cracs’
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Manuel Guisande

Manuel Guisande para El Observador

Los camareros tienen un cerebro privilegiado, una capacidad de retención que ya me gustaría a mí.

Llegas a un bar con varios amigos, te acercas a la barra, pides (presta mucha atención) un café con leche, una cerveza, un cortado, un zumo (un jugo), una tapa de tortilla. Y cuando ya parece que está todo, el del café con leche dice que no, que mejor un té.

El camarero, muy profesional, pregunta: “¿de sobre o máquina?, que por lo visto hay diferencias, aunque a mí me sabe igual, pero bueno.

Pregunta: ¿eres capaz de recordar todo lo que se acaba de pedir al camarero?

Un acierto. Sigue durmiendo, y no te levantes en todo el día, que ya no sé ni para qué saliste de cama, pero ¡ánimo!, que a ver si acaba el día y te vas a dormir porque para lo que vas a hacer hoy…

Dos aciertos. Anda, vete con el de 1, va a ser mejor.

Tres aciertos. Vale, estás en la media normal, sigue trabajando.

Cuatro aciertos. Lo tuyo es más que normal, pide un aumento de sueldo. 

Cinco aciertos. Pleno. Realmente lo tuyo es paranormal; bueno, no, tú eres camarero.

¡10 y hasta 12 horas al día!

Pero esto que vive este profesional de la bandeja no es solo en veinte segundos, sino así casi todo el día y no ocho horas. No… 10 o 12, mientras el barrigas / bigotes (que suele ser el dueño) mira desde una esquina de la barra cómo se llena la caja.

Y en medio de esta vorágine diaria, otro grupo, otra gente, y cuando ya se ha pedido todo y el camarero se va a por lo solicitado se oye una voz que dice a grito pelado.

“¡Ah!, y una sopita caliente”. ¿Sopita? Tienes suerte que él es un profesional porque a mí me pides siete cosas y al final se te ocurre lo de la sopita y te llevas una sopita de… sí, de eso, hasta en el dedo meñique te doy.

No sé tú, pero si yo estoy como ellos, de un lado a otro de la barra en horas puntas y todo el personal como gallinas cacareando y pidiendo… palabra que saco un par de kalashnikov, hago un barrido que no veas y a los que quedan les digo:

“Qué, ¿a que os parece bien a todos unos guaros? Pues en fila de a uno y a callar” y fijo que ese día el local, excepto los que han quedado listos para la foto, hace una recaudación que ni te cuento.

Y haces caja porque dijiste guaro, que llegas a decir langosta… y uno a uno, ración tras ración… vamos, como me llamo Guisande.

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Manuel Guisande

 

 

 

 

 

Estudió Derecho. Trabajó en El Correo Gallego, Ideal Gallego y sus últimos 25 años en La Voz de Galicia. Colabora en la actualidad en varios diarios españoles y del extranjero.

Además de conferenciante, imparte cursos en entidades e instituciones sobre escritura creativa (medio de comunicación y redes sociales, cuentos infantiles, relatos, guiones de teatro, novela) así como un curso específico de Periodismo dirigido a profesionales, ejecutivos y universitarios.

Cuenta con numerosos galardones, entre ellos:

Premio Fernando Arenas de Literatura y Ensayo con ¿Cómo somos los gallegos?, depende. (2017-2018)
Premio Isaac Díaz Pardo de la Asociación Galega de Editores a la mejor colección infantil Rodripico (2011)
Premio Galicia de Comunicación (2000)
Premio Codorniz de Plata de la Academia del Humor (2000)
Premio de Teatro Ciudad de La Coruña (1987)

Correo: [email protected]